El Papa pide centros de acogida de emigrantes más humanos para evitar un naufragio de la civilización

Escuchó las historias escalofriantes de quienes han sobrevivido a los naufragios y a las redes de traficantes

El Papa sobre Putin: «Provoca conflictos desde intereses nacionalistas anacrónicos»

Francisco visitó el Centro de Inmigrantes Juan XXIII Peace Lab, decorado con plásticos recogidos en el Mediterráneo Reuters

Javier Martínez Brocal

El Papa Francisco ha dejado para el final el encuentro más impactante de su viaje exprés a Malta , una visita a refugiados y solicitantes de asilo en un centro de acogida para emigrantes . Y lo ha hecho muy cerca de Hal Far , el principal centro de acogida del país. Tiene capacidad para recibir unas mil personas, que entran en un limbo burocrático y duermen en prefabricados de latón hasta que se resuelve su solicitud de asilo.

Para mostrar que hay alternativas a este modelo, el pontífice ha visitado un centro anejo donde las instalaciones se parecen mucho más a casas y los solicitantes de asilo dedican su tiempo a cuidar una granja, aprender un oficio o a actividades culturales con malteses. Se trata del 'Juan XXIII, Peace Lab', fundado en los años 70 por un sacerdote franciscano.

Allí el Papa se ha conmovido al escuchar el escalofriante relato de Daniel, que abandonó Nigeria hace 5 años para poder enviar ayuda económica a su madre. El pontífice ya conocía a este refugiado pintor, pues en el avión papal la vaticanista de la Cadena Cope, Eva Fernández, le regaló uno de sus cuadros.

Daniel le ha explicado las torturas a los que les someten traficantes de personas en Libia, hasta que sus familiares pagan un rescate. «Algunos perdieron la vida, otros la cabeza», le ha dicho al Papa.

Daniel consiguió embarcarse con otras 100 personas en una barcaza de 10 metros, pero en alta mar, sus cuatro hermanos cayeron al agua, y no pudo salvarlos. «Ante mis ojos, se hundieron en el Mediterráneo».

Hermanos no criminales

«Cuando los guardacostas malteses nos rescataron apenas podía creerlo, sentí una gran felicidad, pues por fin estábamos a salvo», aseguró. «Por desgracia, la alegría duró poco porque nos encerraron en un centro de detención durante unos seis meses», explicó. «¿Por qué los hombres como nosotros deben ser considerados enemigos, criminales y no hermanos?».

Las condiciones de esos centros de detención, donde viven en edificios prefabricados. Explican que lo peor no es que sean calurosos en verano y gélidos en invierno, que les priven de su intimidad, o la calidad de la comida. Dicen que lo peor es la incertidumbre existencial en la que entran hasta recibir respuesta negativa o positiva a su solicitud de asilo, o la imposibilidad de tener un carné de identidad que les permitiría estudiar o ser contratados.

«Ahí podría estar yo»

El Papa Francisco los ha escuchado atentamente y luego les ha confiado que cada vez que ve en televisión o en la prensa «la imagen de un emigrante en una embarcación o en el mar, pienso que ahí podría estar yo, o mi hijo, o mi hija». «Quizá en este momento, mientras estamos aquí, algunas barcas estén atravesando el mar desde el sur hacia el norte. Recemos por estos hermanos y hermanas que arriesgan la vida en el mar, en busca de esperanza», ha pedido.

Con tono serio, el Papa ha alertado de «otro naufragio que tiene lugar mientras ocurren estos hechos: es el naufragio de la civilización , que amenaza no sólo a los refugiados, sino a todos nosotros». Para evitarlo ha pedido «humanidad» y mirar «a todas las personas no como números, sino como lo que son».

«Pienso en los centros de acogida, ¡qué importante es que sean lugares de humanidad!», ha dicho pidiendo a la sociedad que no caiga en la trampa de responder mirando hacia otro lado, diciendo que son «problemas más grandes que nosotros».

Esperanza

«Respondamos al desafío de los migrantes y de los refugiados con el estilo de la humanidad, encendamos hogueras de fraternidad, en torno a las cuales las personas puedan calentarse, recuperarse y reavivar la esperanza», ha propuesto.

«Sabemos que es difícil. Y, sin embargo, en cada continente hay personas y comunidades que aceptan el desafío, conscientes de que la realidad de las migraciones es un signo de los tiempos donde está en juego la civilización», ha recordado señalando la buena experiencia del lugar que estaba visitando, que cumple las funciones de los centros de acogida, aportando una perspectiva de esperanza a quienes pasan por allí.

Naturalmente, él mismo ha reconocido que «esto no se consigue en un día». Por eso, ha pedido a los mismos refugiados que, como ya han atravesado esa experiencia, sean ellos «en primera persona testigos y animadores de acogida y de fraternidad», ayudando a otros refugiados que lleguen a ese lugar.

«Ustedes pueden hacer emerger esta riqueza que llevan dentro, un patrimonio de humanidad muy valioso, y ponerla a disposición de la comunidad en la que han sido acogidos y en los ambientes donde se integran», les ha explicado.

Primer suelo europeo

Malta es el primer suelo europeo para miles de emigrantes irregulares que se lanzan en barcazas al Mediterráneo huyendo de guerras y de violencia. Según ACNUR , desde enero de 2022 han llegado a Europa unas 17.172 personas buscando refugio . De ellos, 15.441 atravesaron el mar y llegaron a las costas de Italia, Grecia, España, Malta y Chipre. La cifra más dura es la de las 261 personas que han fallecido intentando llegar.

Para recordarlos, Francisco ha hablado ante un icónico escenario decorado sencillamente con un mosaico de botellas de plástico verdes y azules que evocaban los colores del mar, y también chalecos salvavidas de color naranja, que recordaban el drama de los naufragios. Una herida que en este lugar sigue sangrando.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación