Una avioneta realiza una descarga de agua sobre el frente del incendio de Carcaixent en la zona de el Camí de la Fon, recientemente en Valencia
Una avioneta realiza una descarga de agua sobre el frente del incendio de Carcaixent en la zona de el Camí de la Fon, recientemente en Valencia - EFE
La plaga de cada verano

Menos incendios forestales, pero más grandes y virulentos

En 2015 los fuegos fueron el doble de grandes que la media de la última década

Madrid Actualizado: Guardar
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Los incendios forestales son un problema endémico de nuestro país. En cuanto las circunstancias meteorológicas se dan la mano con la acción humana -causante del 96% de los incendios forestales, ya sea por causa intencionada o negligencia- el verano tiñe de negro los montes españoles. Pero en los últimos años han entrado otras variables en juego, como el cambio climático y el abandono de los bosques, según denuncia la organización WWF España, que están provocando que, pese a que el número de incendios y la superficie forestal total afectada desciende -pues el 65% se apagan en fase de conato y un 98% antes de que alcancen las 500 hectáreas, que es el límite para considerarlos grandes incendios forestales(GIF)-, los que logran desarrollarse son más grandes (de media han aumentado un 25% su tamaño) y virulentos.

El ejemplo lo tuvimos el verano pasado, con incendios que fueron el doble de grandes que la media de la última década, explica Lourdes Hernández, del Programa de Bosques de WWF España. «Solo en 2015 la superficie media afectada en cada gran incendio forestal, donde arden 500 hectáreas o más, fue un 48% mayor que en la media del decenio», dice. Y aunque el número de incendios también desciende, hasta una media de 13.000 anuales en el último decenio, comparado con los 20.000 entre 2005 y 2014, «esta cifra es insostenible tanto para los bosques españoles como para las arcas públicas, por lo que es necesario lograr reducciones más drásticas». « Son cada vez incendios más grandes e ingobernables, y en un contexto de cambio climático es una tendencia peligrosa», resume Juan Carlos del Olmo, secretario general de WWF España.

«Nuestros bosques están abandonados, no tienen uso ni gestión, y eso lleva a que con menor número de incendios se está quemando más porque tenemos unos montes donde una simple chispa provoca una catástrofe», denuncia Hernández. Una situación que no tiene visos de mejorar por dos motivos. La primera es que los investigadores apuntan que las proyecciones de cambio climático y usos de suelo en España incrementarán las condiciones de peligro y, en consecuencia, las de riesgo de incendios: tanto en frecuencia (más días de riesgo al año) como en la intensidad. La segunda es que lejos de incrementar las partidas presupuestarias destinadas a la prevención, de media más del 80% de las inversiones se reservan a la extinción y solo el 20% se destina a prevención.

Y con este estado de abandono de los bosques pasa lo que revelan estas cifras, que en el 0,12% de siniestros se quema casi el 40% de la superficie incendiada. Por tanto, concluye Hernández, «hay que poner el foco principal en la prevención activa».

El impacto de los grandes incendios forestales crece, pero no todas las zonas son igual de vulnerables. Las comunidades autónomas tienen la obligación legal de conocer con detalle las zonas más probables en las que una simple chispa puede acabar en desastre. Sin embargo, en el 86% de los bosques falta esta identificación, y de ellos el 40% corresponde a comunidades altamente vulnerables a sufrir incendios forestales. Para Del Olmo, «es inaceptable que en el 86% de la superficie forestal española no se hayan declarado de forma coherente las zonas de alto riesgo de incendio. Las administraciones central y autonómica deben catalogar antes de final de año estas áreas y saber en qué condiciones se encuentran para poder elaborar planes específicos de prevención que reduzcan su vulnerabilidad».

Esta necesidad es especialmente urgente en comunidades en las que los grandes incendios queman entre el 76 y el 95% de la superficie total incendiada, como Canarias, Cataluña, Comunidad Valenciana y Aragón . Sin embargo, explica Lourdes Hernández, “o bien no están hechos siguiendo unos criterios razonables o nos encontramos con casos, como el de la Comunidad Valenciana, donde lo que han hecho es considerar todo su territorio forestal como de alto riesgo”.

En este sentido, y aunque las competencias en materia de incendios forestales están transferidas a las comunidades autónomas, desde WWF reclaman al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente que lidere el proceso para que se establezcan unos criterios generales y uniformes para identificar esas zonas de alto riesgo de incendios, y así poder elaborar planes específicos para cada una de esas zonas, explica Del Olmo. «Si se quiere garantizar la eficacia presupuestaria -abunda Lourdes Hernández-, se tiene que enfocar muy bien dónde se aplican los fondos y para eso es necesario conocer las zonas de mayor riesgo».

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