Un operario del Cabildo, en una quema controlada en Gran Canaria
Un operario del Cabildo, en una quema controlada en Gran Canaria - ABC

Por qué los incendios forestales son buenos para el medio ambiente

Los expertos destacan su valor como agente regenerador, de mantenimiento y regulador de la dominancia de especies

Las Palmas de Gran Canaria Actualizado: Guardar
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Cada vez que se acerca el verano, los gobiernos locales suelen presentar las medidas de prevención contra incendios forestales en su territorio, ya que el aumento de la temperatura y el descenso de la humedad favorecen que surja el fuego. Pero ¿hasta qué punto, superada la natural preocupación que despiertan, son tan dañinos estos siniestros?

En muchos casos, se trata de un «proceso natural» del que costó cierto tiempo darse cuenta de la importancia que tenía. «No fue hasta principios de los 60 del siglo pasado cuando los ingenieros empezaron a revertir la idea asentada de lo maligno de los incendios forestales y convencer a autoridades y público en general de la importancia de este proceso natural», explica José Ramón Arévalo, profesor titular de Ecología de la Universidad de La Laguna, que recuerda que la relación del hombre con el fuego, y su máxima expresión, los incendios forestales, se puede decir que es milenaria.

Pese a todo, la vida de ciudad y el crecimiento de las poblaciones urbanas ha hecho que se perdiese contacto con el medio y que la comprensión de los fenómenos naturales dejase de transmitirse de forma oral. Así es que hace dos siglos, los incendios empiezan a considerarse una amenaza para la vida y la ecología. «Lo que sucede es que se pierde esa visión de conjunto y, debido al aumento de las poblaciones humanas, se considera al incendio también un problema y amenaza para el hombre. Como respuesta a ello se desarrollan tecnologías para evitar la propagación de incendios y el control de los mismos», indica Arévalo.

Este cambio que se dio tan rápido provocó un dramático deterioro de muchos ecosistemas, los cuales empezaron a tener problemas de enfermedades, de dominancia de especies, de mantenimiento y regeneración gracias a que el hombre había eliminado o reducido de forma significativa uno de los elementos básicos de sus procesos ecológicos. «Incluso hay ecosistemas que se han extinguido como consecuencia de la eliminación del fuego como motor del mismo. Es el caso de las praderas altas americanas», subraya.

El reducir la tasa de incendios favorece la acumulación de biomasa y puede provocar incendios

Los primeros países en adoptar medidas en favor del fuego fueron Estados Unidos, Canadá y México, que establecieron quemas prescritas y controladas, para intentar emular «la tasa e intensidad de incendios naturales anterior a la perturbación antrópica». Aun así, con datos probatorios de lo cierto de sus conclusiones, sigue siendo, 60 años después, un tema controvertido social, e incluso los medios de comunicación, después de cada gran incendio anuncian a bombo y platillo la «catástrofe ecológica», cuando «lo único que hemos sufrido es una catástrofe humana y social, en pérdidas de vidas y propiedades», matiza el especialista de la universidad tinerfeña.

Las quemas en Canarias

Las Islas Canarias cuentan con unos excelentes medios de extinción, bien dotados y preparados, extremadamente necesarios en unas islas donde una orografía compleja y alta densidad convierten en una amenaza cualquier incendio.

«Pero el incendio no amenaza la ecología ni sus procesos», insiste el profesor lagunero. «Hemos realizado multitud de estudios en los últimos años, tanto en repoblaciones como en zonas de pinar natural emblemáticas, demostrando una y otra vez que el fuego ha tenido un efecto inicial muy aparente y conspicuo, pero se diluyen en pocos años, fruto de la adaptación del pino canario y sus especies acompañantes al mismo».

Los estudios demuestran que hay zonas que llevan más de tres décadas sin quemarse, lo que suele ser anormal para un ecosistema de estas características y con problemas en el mantenimiento de las especies. El reducir la tasa de incendios favorece la acumulación de biomasa y puede provocar incendios de mucha más intensidad y peligro.

«Esta es la verdadera amenaza, una intensidad alimentada por la efectividad de los medios de extinción, cayendo en lo que se denomina "la paradoja del fuego", ya que dicha prevención termina generando incendios mucho más devastadores, que sustituyen a los naturales, pequeños y de mediana intensidad, que hemos prevenido», explica.

Así es que, por ejemplo en Gran Canaria, se ha iniciado días pasados la temporada de quemas prescritas en la cumbre, uno de los primeros trabajos en la lucha contra los incendios del verano. Ya las autoridades insulares han alertado de que si se aprecian columnas de humo no debe llevar a preocupación.

El Cabildo de Gran Canaria es pionero España en el manejo, desarrollo e instrucción de quemas prescritas, una técnica forestal muy especializada que ha trasladado en cursos y talleres al personal de la Unidad Militar de Emergencias (UME) durante los últimos años.

Los resultados de estos trabajos han sido una disminución de la biomasa, lo que aleja el peligro de incendios forestales de gran intensidad fuera de control; un aumento del número de especies del sotobosque, que algunas estaban en peligro de extinción; y un impacto prácticamente despreciable en la comunidad de invertebrados.

José Ramón Arévalo ha podido comprobar en búsquedas bibliográficas que todo esto ya se sabía hace 3 o 4 generaciones, «pero nuestro abandono de los entornos rurales y naturales nos hizo olvidarlo», y ahora sufrirlo. Por eso, cree que «cuanto más sepamos de la dinámica natural de un ecosistema, más nos facilitará su manejo y uso. No esperemos cuatro generaciones más para asimilar lo que nuestros abuelos sabían».

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