Los médicos chinos pagan con sus vidas la censura sobre el coronavirus

Muere el director de un hospital de Wuhan entre más denuncias de ocultación de la epidemia

Altar dedicado al oftalmólogo fallecido, Li Wenliang, que alerto del coronavirus AFP
Pablo M. Díez

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Los médicos de Wuhan, epicentro del coronavirus, están pagando con su salud y sus vidas el silencio que les impuso el régimen chino al principio de la epidemia. Tras la trágica muerte de Li Wenliang , el oftalmólogo que alertó de la enfermedad y fue obligado a retractarse por la Policía, el último en fallecer ha sido el director de uno de los principales hospitales de Wuhan, Liu Zhiming .

Como en el caso de Li Wenliang, su muerte fue anunciada, luego negada y finalmente confirmada ayer. De 50 años, este neurocirujano estaba al frente del hospital del distrito de Wuchang, uno de los escogidos para atender a los pacientes del coronavirus . Según ha contado su esposa a la Prensa oficial, se contagió a finales de enero y entró en estado crítico hace unos días. Antes que él, una enfermera del mismo hospital, Liu Fan, de 59 años, falleció el viernes.

Sus muertes coinciden con los últimos datos sobre el personal sanitario contagiado en la epidemia. Según un informe oficial difundido ayer, son 3.000, de los que más de 200 se hallan en estado grave. Con los dos últimos fallecidos, son ya ocho los médicos que han perecido por el coronavirus o por extenuación. Tan elevada cifra pone de manifiesto su sacrificio y, sobre todo, las carencias materiales con que se están enfrentando a la enfermedad. Tal y como muestran las fotos en las redes sociales, la falta de mascarillas y trajes especiales lleva a muchos sanitarios a protegerse con bolsas de plástico o lo primero que pillan.

Pero lo que más indigna a la sociedad china es que los médicos, auténticos héroes de esta catástrofe, se han expuesto desde el principio a un riesgo que las autoridades intentaron ocultar. Además de Li Wenliang, una de sus colegas en el Hospital Central de Wuhan , la directora de urgencias Ai Fen, fue reprendida cuando avisó el 30 de diciembre y el 1 de enero de que había posibles contagios de humano a humano que no estaban ligados al mercado de animales de Huanan, donde se sospecha que se originó el coronavirus. Según informa el periódico «South China Morning Post» citando a «China News Weekly», el comité disciplinario del hospital abroncó a la doctora por «crear rumores y causar problemas» que afectaban «al crecimiento y la estabilidad de Wuhan», obligando al personal a guardar silencio.

Aunque las autoridades locales anunciaron el 31 de diciembre que había 27 casos de « una neumonía viral de causa desconocida », no confirmaron los contagios entre humanos hasta el 20 de enero, tres días antes de decretarse la cuarentena en toda la provincia de Hubei. Al no protegerse contra la epidemia por culpa de esta censura, los sanitarios se contagiaron en masa cuando los enfermos empezaron a desbordar los hospitales. Por no escuchar a los doctores Li y Ai, solo en el Hospital Central se infectaron 230 trabajadores.

Por ese motivo, ha sorprendido a todo el mundo que la provincia de Hubei, « zona cero » de la epidemia, no esté en el recorrido de los 12 inspectores que ha enviado a China la Organización Mundial de la Salud (OMS) para investigar la enfermedad. Hasta ahora, la OMS ha alabado a las autoridades por sus medidas draconianas para contener el coronavirus y su transparencia. Pero sus técnicos, entre los que hay algunos estadounidenses, solo pueden visitar Pekín y las provincias de Sichuan y Cantón (Guangdong), no el epicentro de la epidemia en Wuhan.

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