Decapitar a Benedicto XVI

«No entiendo este interés por decapitar al Papa emérito». Hay quienes se dedican a derribar estatuas. Otros aprovechan cualquier oportunidad para restar famas

El Papa emérito Benedicto XVI, en febrero de 2013 REUTERS

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Me escribe una doctoranda después de haber leído lo que determinada prensa española publicaba, el pasado jueves, sobre el informe del bufete de abogados Westpfahl Spilker Wastl (WSW) de los casos de abusos a menores y personas adultas en la Arquidiócesis de Múnich y Freising desde 1945 a 2019. Informe encargado por el cardenal Reinhard Marx . Me dice: «No entiendo este interés por decapitar a Benedicto XVI». Pues yo sí. Hay quienes se dedican a derribar estatuas. Otros aprovechan cualquier oportunidad para restar famas.

Los abogados acusan a Benedicto XVI de mala praxis en cuatro casos –de 497– durante su mandato como arzobispo de Munich y Freising (1977-1982). El abogado Martin Pusch ha señalado que Ratzinger rechazó su responsabilidad en todos los casos en una declaración que presentó de 87 páginas a las preguntas de los abogados. Texto que ha sido publicado con su consentimiento con el informe.

Los abogados no han creído la versión del Papa emérito. Han confesado que no tienen pruebas para demostrar lo contrario. Al margen de lo que Benedicto XVI ha dicho y hecho en la Iglesia para luchar contra los abusos, de los interrogantes que surgen de la lectura del informe –método, entrevistas- y de lo que vaya a pasar en los próximos días, convendría reflexionar sobre esta dinámica revisionista que, en no pocas ocasiones, parece partir no de la presunción de inocencia sino de la presunción de culpabilidad.

Esta dinámica de revisión de la historia, sin tener en cuenta el contexto de la historia, no clarifica el pasado, acaba con el futuro. ¿Es la forma más adecuada de hacer justicia? Más bien alteración histórica destinada a generar escándalos mediáticos.

¿Así se construye de verdad la memoria de las víctimas? Lo dijo el Papa Francisco en su vuelo de regreso de Grecia : «Una situación histórica debe interpretarse con la hermenéutica de la época, no con la nuestra... Por ejemplo, el famoso estudio de Indianápolis cayó por la falta de una interpretación correcta: algunas cosas eran verdaderas, otras no. Se mezclaban». Dudo de que haya que ir con determinados mitrados ni a tomar cervezas.

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