Incendio en Grecia: «Vieron el final y se abrazaron»

Las llamas les corrieron como un relámpago y atraparon a decenas de personas en Mati, la localidad donde fue hallado un grupo de 26 vecinos calcinados durante su último abrazo

Kineta, cerca de Atenas AFP

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Las llamas les sorprendieron cuando intentaban llegar al mar y así les descubrieron ayer: calcinados y abrazados en grupos de cuatro o cinco personas . Eran en total 26, algunos de ellos niños, de los 79 que perecieron ayer a causa del incendio en Mati, un pequeño pueblo ubicado en Rafina. «Quizás eran familias, amigos o desconocidos que se entrelazaron en un último intento por protegerse cuando intentaban llegar al mar , que quedaba a 30 o 40 metros de distancia», explicó ayer a AFP Vassilis Andriopoulos, uno de los efectivos de la Cruz Roja que descubrió el horrible espectáculo. «Instintivamente, vieron el final cerca y se abrazaron», recalcó el jefe de la Cruz Roja en Grecia, Nikos Economopoulos.

Mati ya no existe. Lo dijo con estas palabras su alcalde Evangelos Bournous. El popular destino turístico quedó arrasado con gran rapidez, como constatan todos los supervivientes. Athanasia Oktapodi, de 60 años, con la cara ennegrecida, atestigua la velocidad de las llamas . «Vi cómo el fuego bajaba la colina alrededor de las 18 horas. En cinco o diez minutos estaba en mi jardín». Al igual que muchas de las casas de Mati, la suya está rodeada de altos pinos. «Salí como loca y corrí a la playa».

Lo mismo le ocurrió a Matina Kondarau, de 58 años, que se encontraba con su marido cuando el fuego les sorprendió. «Vimos las llamas que se acercaban y en diez minutos, nada más, nos rodeaba el humo. Nos pusimos zapatos, cogimos una toalla y una botella de agua y nos fuimos hacia el puerto», explica. Allí esperaron cinco horas junto a otros muchos griegos.

La mayoría de los supervivientes permanecieron indefensos y aterrorizados en el mar , mirando las llamas durante varias horas. Algunos se ahogaron. «Ahora iremos a ver los destrozos: sabemos que no hay ni luz ni agua en la zona y que todo el jardín está calcinado. Pero la casa está entera. Otros no han tenido suerte: se les quemó la casa, el jardín, el coche, todo», se consuela Kondarau.

El señor Vanguelis, electricista, está desolado . Su casa de veraneo se ha quemado totalmente. «No queda nada más que ceniza. Lo hemos perdido todo», cuenta. A la pregunta de si tenía un seguro, comenta con serenidad: «¿Qué seguro? La casa la construimos sin permiso, así nadie te la asegura».

Quien no paraba de llorar ayer era la señora Elpida: el fuego llegó tan rápido ante su casa que no le dio tiempo a prepararse para salir con los nietos . Lo hicieron juntos, envueltos en mantas, ayudados por los bomberos y ahora están en el hospital, recuperándose del susto. Solo tienen quemaduras superficiales y ella necesita oxígeno. No sabe nada de su casa de veraneo. «Lo importante es estar todos bien. Ya veremos el resto».

La huida no fue fácil. «Las llamas nos persiguieron todo el camino hacia el agua. Nos quemaron la espalda y nos sumergimos en el agua»", dice Kostas Laganos, otro superviviente. Laganos compara la vivencia con la destrucción de la ciudad de Pompeya, donde miles de personas fueron incineradas por el Vesubio. «Me dije: "Dios mío, debemos correr para salvarnos nosotros y a nada más"».

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