El hotel legendario de La Palma: «Tenemos las obras de arte en el suelo por los temblores»

Hacienda de Abajo, una antigua azucarera rehabilitada del siglo XVII situada en Tazacorte, se ha volcado también con la emergencia

¿Qué supone la declaración de zona catastrófica?

Javier Navarro, director del hotel Hacienda de Abajo, en La Palma IGNACIO GIL
Helena Cortés

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El primer escrito que habla de la existencia de plantas de plátano en Canarias es de 1616. Cuenta que llegaron al jardín de la Hacienda de Abajo, una antigua finca azucarera de Tazacorte construida en el siglo XVII reconvertida hoy en un hotel que alberga más de 1.300 obras de arte: tapices, esculturas, jarrones… Ahora, muchas están en el suelo para evitar que las dañen los temblores de la zona . «Son obras traídas de todo el mundo en las relaciones comerciales que esta isla tuvo con las Indias, el Nuevo Mundo y Flandes. Van desde el siglo I d.c hasta el siglo XXI. Todo el mobiliario, incluso las camas, son originales», cuenta Javier Navarro , director del primer hotel ‘emblemático’ de Canarias. Pero no es esto lo que más preocupa ahora a sus responsables, sino la tragedia de muchos de sus vecinos. Como otros muchos hoteleros, se han puesto a disposición de las autoridades para realojar gente.

«El hotel está en zona segura, somos de los pocos que siguen funcionando porque estamos en una zona que no se ha desalojado. Ahora estamos centrados en ayudar en lo que se pueda a nuestros vecinos y proveedores para tratar de salir pronto de esta situación complicada», expone Navarro, que señala que casi todo el personal del hotel vive en el Valle de Aridane. «Esto es pequeño y es algo muy duro. Todo el mundo está preocupado y lo que ha sucedido es impredecible».

«Nos pusimos a las órdenes del consejero de Turismo del Cabildo. Para entregar sábanas, mantas… lo que se necesite. Lo primero que hicimos fue ponernos en contacto con los hoteles desalojados. El Meliá de Puerto Naos era un hotel muy grande, aunque en la isla somos más de establecimientos pequeños. Así que ayudamos con la capacidad que tenemos».

De noche, afirman, el espectáculo es «sobrecogedor» . «Uno cuando habla con la familia intenta tranquilizarla, porque lo que se ve fuera da miedo. Yo les digo que es bonito pero angustioso. Uno no está preparado para escuchar toda la noche el tremor del volcán. Y la ceniza…», reflexiona Navarro.

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