Fallece, con 104 años, el misionero español más longevo

El jesuita Andrés Díaz de Rábago muere en Taipei (Taiwán) tras pasar 75 años en distintos países de Asia

Era el último sacerdote extranjero vivo ordenado en China tras la llegada del comunismo

El misionero español más longevo afirma que a sus 102 años su salud «no es buena ni mala; es anormal»

Andrés Díaz de Rábago, derecha, en un homenaje que le hicieron en Taipei (Taiwán) en 2015 ABC
Jos� Ram�n Navarro-Pareja

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El centenario jesuita Andrés Díaz de Rábago ha fallecido este miércoles en Taipei a la edad de 104 años, tras pasar 75 de ellos como misionero en Asia. Era el misionero español más longevo y el último sacerdote extranjero vivo ordenado en China , en 1952, justo antes de la expulsión de los religiosos decretada por Mao .

Hasta hace unos meses, cuando su salud empeoró, continuó su labor como misionero, orientada en los últimos años a acompañar a enfermos, especialmente otros misioneros, en el hospital . «La mayoría son más jóvenes que yo», bromeaba en una entrevista que concedió a ABC en 2019, cuando viajó hasta a España para recoger el premio Gallego del Año.

Nacido en A Pobra do Caramiñal el 3 de octubre de 1917,el misionero siempre estuvo muy ligado a Galicia, a pesar de la distancia. Estudió con los jesuitas en Vigo y más tarde Medicina en Santiago. Tras participar en la Guerra Civil, en 1940, unos meses antes de acabar la carrera, se planteó su vocación en unos ejercicios espirituales y decidió ingresar en los Jesuitas.

Tras completar su formación inicial en España, en 1947 llegó a China. Eran momentos convulsos. Las tropas de Mao Tse-Tung estaban próximas a Pekín y su caída era cuestión de semanas. «Probablemente muchos no se daban cuenta de lo que se les venía encima; yo por mi experiencia de nuestra Guerra Civil y por mi edad, viví aquel día intensamente », explicaba hace unos años en un testimonio para el Domund .

La caída del frente Norte llevó a sus superiores a enviarle a Shanghai para continuar sus estudios en Teología. Pero la presión comunista llevó a los Jesuitas a tomar la decisión que todos los extranjeros salieran del país . «Todavía me emociono cuando lo recuerdo», explicaba a ABC, y añadía que « fue una bomba y un bálsamo », porque el dolor por tener que abandonar la misión, se mezclaba con la alegría porque el obispo había decidido adelantar la ordenación antes de la salida del país.

El 16 de abril de 1952 era ordenado, junto a 11 chinos y otros 7 extranjeros, por el obispo Ignatius Gong Pinmei , que después pasaría 20 años en la cárcel y sería creado cardenal 'in pectore', todavía en prisión, por Juan Pablo II. Fue la última ordenación de sacerdotes extranjeros en China continental . Andrés era el último de aquellos sacerdotes que seguía vivo.

De China pasó a Manila, donde estuvo tres años, y después a Timor Este, dónde llegó en 1961. Allí impartió clases y fue profesor del que, años más tarde, sería el primer presidente del país, Xanana Gusmão, y del premio Nobel de la Paz Carlos Filipe Ximenes Belo .

En 1969 su labor misionera le llevó hasta Taiwán, de donde no se iría más, salvo para algunas visitas, como en 2002, cuando volvió a China continental, después de 50 años, para celebrar el aniversario de su ordenación sacerdotal. Su vinculación con el país fue tan grande que en 2017, el gobierno taiwanés le concedió la ciudadanía y era conocido por su nombre en chino, Lai Ga-lin , que significa «lluvia oportuna».

En Taiwán asumió la cátedra de Deontología en la Universidad Nacional y un curso de lengua latina en las facultades de Derecho y de Lingüistica. Aunque su labor misionera trascendió del campo de la enseñanza, para llegar al sanitario y comenzó con las visitas a los misioneros enfermos en diferentes hospitales, con las que continuaría ya centenario , hasta hace unos meses, cuando graves problemas de salud impidieron su movilidad.

«Tiene el espíritu de un torero, el entusiasmo de una bailadora, el ingenio de Picasso y Gaudí , y el celo misionero de san Ignacio y san Francisco Javier», decía de él su íntimo amigo Chen Chie-jen, que fue vicepresidente de Taiwán hasta 2020.

Una fuerza que se apagaba este miércoles 15 de junio, a las 10:20, hora local, en el jardín Yifu del Seminario Teológico de la Universidad Católica Fu Jen, según ha anunciado la Compañía de Jesús. Generoso hasta el final, su cuerpo será donado al departamento de Medicina de la Universidad de acuerdo a sus últimas voluntades.

Después de 75 años como misionero en Asia, su consejo para quien tuviera esa vocación era que «ame al nuevo país y sus habitantes hasta que duela» . Andrés Díaz de Rábago, Lai Gai-lin -la «ansiada lluvia que llega después de la sequía», en la versión más poética de su nombre- lo puso en práctica hasta el último día de su vida.

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