La estación de esquí austriaca en cuyas fiestas se expandió el virus cambia ahora su modelo de negocio

«Estamos pensando con todas las empresas sobre cómo debe ser una cultura de apres-ski de lujo», ha señalado el alcalde de Ischgl

Uno de los locales que propagó el virus fue el Kitzloch, en cuyo interior se jugaba al «pigball»[Firma]

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Durante los últimos 40 días, la estación de esquí de Ischgl , en el valle de Paznaun del Tirol austriaco, ha permanecido cerrada. A los 1.600 habitantes del pequeño pueblo de montaña solo se les permitía salir de casa en caso de emergencias o para abastecerse de comida, después de convertirse en un foco de infección del coronavirus que exportó enfermos a los cinco continentes. Este confinamiento obligatorio ha llevado a la población a reflexionar sobre la forma en que se gana la vida.

Las fiestas que han hecho famoso este destino entre la juventud adinerada de Centroeuropa, abundante alcohol y promiscuidad de alta montaña , son las mismas que sirvieron para multiplicar la expansión del coronavirus en combinación con una negligente gestión de las autoridades locales, que demoraron en cierre de los locales a pesar de que había ya casos confirmados entre su personal y sus clientes. Ahora, el alcalde de Ischgl, Werner Kurz, ha anunciado que la estación de esquí se centrará más en el deporte que en el turismo de fiesta en el futuro.

Uno de los locales que propagó el virus fue el Kitzloch , en cuyo interior se jugaba al «pigball» , una mezcla de habilidades para lanzar con la boca una pelota de ping-pong para encestar en la jarra de cerveza de la pareja deseada y seguro de contactos sexuales durante la fiesta. Bernhard Zangerl, su gestor, reconoce ahora que «hubiera tenido más sentido cerrar antes, pero confiamos en las autoridades y en las instrucciones de los médicos».

«Solo nos dijeron que teníamos que desinfectar la barra y reemplazar al personal », se justifica, después de que el canciller de Austria, Sebastian Kurz, haya apoyado la investigación en marcha y haya advertido que «si hubo mala conducta en Ischgl, los responsables serían castigados».

«Cuestionaremos el desarrollo de nuestros negocios de los últimos años y, allí donde sea necesario, haremos correcciones», se ha disculpado el alcalde en un comunicado en el que se queja de que la imagen de la ciudad como destino de fiesta es injusta porque esa es solo una pequeña parte de su oferta, pero asegura que trabajará con las empresas locales para realizar modificaciones. «Eso significa más turismo de calidad y menos fiesta, priorizando a los esquiadores y menos excursionistas en los autobuses que solo vienen de fiesta», ha explicado, «también estamos pensando con todas las empresas sobre cómo debe ser una cultura de apres-ski de lujo».

En este acto de contrición y propósito de enmienda juega seguramente un papel la querella colectiva   a la que se han sumado ya decenas de miles de pacientes infectados con coronavirus y cuya cadena de contagio conduce desde los más diversos lugares del mundo hasta la estación de esquí de Ischgl. El gobernador del Tirol, Guenther Platter, ha reconocido que se cometieron errores y que el gobierno regional está llevando a cabo una auditoría interna para descubrir lo que si hizo mal.

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