La posblacion de osos pandael se ha recuperado en un 16,8 por ciento
La posblacion de osos pandael se ha recuperado en un 16,8 por ciento - BELÉN DÍAZ

El desarrollismo reduce a la mitad los animales vertebrados de China

Un informe ecologista alerta de la pérdida de hábitats naturales por el crecimiento urbano e industrial

Corresponsal en Pekín Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Además de sumir a las grandes ciudades bajo una espesa nube de contaminación, como la que oculta Pekín bajo la niebla desde hace una semana, el desarrollismo chino está acabando con la rica vida animal de este gigantesco país. Desde 1970, se han extinguido la mitad de sus vertebrados terrestres, según denuncia en un informe World Wildlife Fund (WWF). De las 2.419 poblaciones de 682 especies de vertebrados detectadas hace cuarenta años, solo quedan la mitad.

El motivo es la pérdida del hábitat natural y la degradación medioambiental por las actividades humanas y el desarrollo industrial y urbanístico, que amenazan a la biodiversidad de China por su extraordinario crecimiento económico de las tres últimas décadas. El calentamiento global por el cambio climático, ligado también al aumento de las emisiones contaminantes de China, supone otro peligro junto a la caza furtiva.

Al mismo tiempo, se ha doblado la huella ecológica del gigante asiático, que mide la demanda humana de recursos naturales. Como nación más poblada del planeta, China ya suma una sexta parte de la huella ecológica global, más que ningún otro país del mundo. Debido a sus más de 1.350 millones de habitantes, su huella ecológica per cápita está todavía por debajo de la media mundial, pero China está ya consumiendo más del doble de su biocapacidad. Como consecuencia, la actividad humana causa un grave impacto en el medioambiente, aumentando las emisiones de dióxido de carbono (CO2) y provocando la degradación de los bosques, sequías, erosión del suelo y escasez de agua. Además, su dependencia del carbón, que produce dos tercios de la electricidad generada en China, representaba el 51 por ciento de la huella ecológica nacional en 2010.

«Crecimiento insostenible»

«El crecimiento económico de China, que está por encima de su capacidad medioambiental, es insostenible», critica en el informe Li Lin, director ejecutivo del programa de WWF en el país. A su juicio, «China puede hacer más por una economía verde», por lo que propone «manejar de forma más eficiente los recursos naturales y consumir la energía de manera más sostenible y responsable».

China, que es el primer emisor mundial de sustancias contaminantes a la atmósfera, no reducirá sus gases de efecto invernadero hasta 2030, fecha en la que tiene previsto alcanzar su máxima liberación de dióxido de carbono (CO2). Solo a partir de entonces, cuando las energías renovables aporten el 20 por ciento de su energía, limitará su polución, disparada por su frenética industrialización. Por su parte, el carbón será reducido a entre el 20 y el 25 por ciento de la generación de electricidad, ya que el objetivo es sustituir las plantas térmicas por centrales nucleares.

Mientras tanto, y según datos oficiales, el 27 por ciento de las 341 mayores urbes y 116 millones de personas padecen unos niveles de polución en el aire «muy peligrosos», al tiempo que el 70 por ciento de los ríos y lagos están seriamente degradados. «Como la mayor economía emergente del mundo, China juega un papel crucial en la sostenibilidad global y conservación medioambiental», recuerda en un comunicado el director general de WWF, Marco Lambertini.

Sacudida por su frenético urbanismo, China está viendo reducidas sus diferencias entre las grandes ciudades de la industrializada costa y las zonas rurales del interior. Aunque nueve provincias siguen concentrando la mitad de su biocapacidad, cinco regiones de las más desarrolladas suman el 35 por ciento de su huella ecológica por su pantagruélica demanda de recursos naturales. Para colmo de males, cuatro provincias que hasta ahora tenían ricos ecosistemas, como Mongolia Interior, Yunnan, Hainan y Xinjiang, ya presentan déficits ecológicos y han superado los límites de su biocapacidad por el avance del desarrollismo y la presión humana. En el otro extremo, solo dos regiones del interior y escasamente pobladas, como el Tíbet y Qinghai, cuentan aún con reservas ecológicas.

Frente a esta drástica reducción de la biodiversidad en China, hay señales esperanzadoras como la recuperación de las poblaciones autóctonas de pájaros. Gracias al incremento de reservas vigiladas y leyes protectoras, su número ha crecido un 43 por ciento desde el año 2000, asentando así la estabilización que se venía consiguiendo desde 1970. Antes de esa fecha, su número había caído en picado, en gran medida por la caza de pájaros y aves para subsistir durante los años de la «Gran Hambruna» (1958-1961) y la guerra contra los japoneses (1931-1945).

Gracias a la ampliación de sus reservas naturales y a una mayor protección contra los cazadores furtivos, otro ejemplo a seguir es el aumento en un 16,8 por ciento de las poblaciones de pandas, que en su último censo de 2013 sumaban 1.864 ejemplares, 268 más que diez años antes. Por desgracia, los titánicos esfuerzos oficiales para evitar la extinción de este simpático animal, que además es símbolo de China, no se trasladan de igual manera al resto de sus especies amenazadas.

Ver los comentarios