«Es demoledor que aunque mis hijas se llevan 17 años de edad ya han pasado las dos por una guerra»

Darya Kasyanova, directora de Aldeas Infantiles en Ucrania, huye de una guerra tras perder su casa por segunda vez: «Quiero que todo el mundo sepa que estamos en el infierno»

Darya Kasyanova FOTOS CEDIDAS A ABC
Érika Montañés

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Darya Kasyanova habla con sus compañeros de Aldeas Infantiles SOS. Lo hace desde un coche de Ucrania, donde huye de las bombas con sus dos hijas en los asientos traseros. Esta profesora universitaria, que ha estudiado Economía social y Demografía, es desde hace cinco años y medio la directora nacional de Desarrollo de Programas de la ONG de ayuda a la infanci a. Lo que ahora está viendo, no en su misma carga , pero sí con la misma angustia, ya lo vivió hace unos años.

«Ahora mismo hay más de un millón y medio de niños viviendo en puntos críticos, ciudades y pueblos que están bloqueados como Irpin, Mariúpol, Hostomel, Bucha, Stanytsia Luhanska, Sievierodonetsk, Starobilsk y Popasna, entre otros», comienza describiendo. Y aunque reconoce que se ha podido efectuar algún traslado de niños con grandes problemas al oeste del país, no hay estadísticas de cuántos están ahora mismo en instituciones residenciales. «Logramos sacar a alrededor de 150 niños de 0 a 3 años de cuatro hogares para bebés en Járkov. El personal de estos hogares no quería irse y la evacuación de niños sin ellos es ilegal. Estuvimos persuadiéndolos durante tres días y finalmente lo logramos», relata.

Esta mujer también comenta cómo los traslados se producen en medio de tiroteos. «Tienes que elegir entre riesgos», subraya, muy valiente. Sin acceso a medicamentos, sin calefacción y sin electricidad ni agua, asegura que si se levantara el telón aparecerían situaciones dantescas. «Tenemos conocimiento de que hay un hogar para bebés con alrededor de 50 niños en Vorzel, cerca de Kiev, que ha estado aislado durante unos cinco días -contaba ella la pasada semana a la organización para la que trabaja-. Nadie sabe lo que está pasando allí, nadie tiene acceso. Solíamos tener contacto con los voluntarios y el director del hogar, pero ahora no es posible ningún tipo de contacto. No tienen conexión telefónica y el acceso físico está bloqueado. A través de nuestra red y junto con el Comisionado de los Derechos del Niño tratamos de monitorizar la situación».

Darya Kasyanova

Darya pregunta de modo desgarrador por qué no se abren corredores humanitarios negociados con la Federación Rusa para que estos niños salgan. «Hay muchos bebés entre la gente que está en los sótanos. La comida es un problema, no hay calefacción y la temperatura por la noche es de ocho grados bajo cero. Sus madres no pueden amamantar a estos bebés porque muchas han empezado a perder la leche y no pueden darles la fórmula para bebés porque no está disponible. Esto significa que muchos niños corren un riesgo grave de morir de hambre».

«En sótanos, a ocho grados bajo cero, sin calefacción ni comida, las madres no tienen leche para sus bebés»

En lo personal, Darya tiene dos hijas, la mayor de 19 años «ya pasó por esto cuando tenía once» y tuvieron que dejar su casa en Donetsk. «Para ella, que vuelva a haber una guerra es una tragedia, y no salimos antes de nuestra casa en Irpin porque repetía que no la quería perder por segunda vez. Tengo mi tragedia privada al haber perdido dos veces mi casa y si realmente piensas en esta incertidumbre, es posible que pierdas la cabeza».

Hadas y truenos

Prosigue con su testimonio sobre el terreno: «Mi hija menor tiene dos años y ocho meses. Nos inventamos cuentos de hadas para decirle que el sonido de las bombas eran truenos. Cuando conducíamos al oeste del país, cada vez que escuchaba un ruido, preguntaba si eso era un trueno o disparar». «Es demoledor que aunque mis hijas tienen una diferencia de edad de 17 años, ambas ya han pasado por una guerra», se duele, y clama: «Quiero que todos sepan que lo que está pasando aquí en Ucrania, en Europa, es el infierno. Los niños y las familias de Ucrania necesitan su apoyo y su ayuda».

La profesora Kasyanova, quien ha estado los últimos seis años al frente de la Red ucraniana de Derechos del Niño, trabajaba con otra organización en Donetsk en 2014, cuando comenzó la guerra en el Donbás. «En 2014 y 2015 logramos reubicar a tiempo a todas las familias de acogida y a los niños de instituciones residenciales -se felicita-, y ahora, cuando se hizo evidente que el país se enfrentaba a una guerra, incluso en diciembre del año pasado, iniciamos una comunicación activa con el Gobierno solicitando pasos preparatorios. Sin embargo, la experiencia de 2014 no se tuvo en cuenta para adoptar medidas. Compartimos con el Ministerio de Asuntos Sociales un mapeo de los niños que hay en riesgo de conflicto en regiones calientes un lunes y la guerra estalló el jueves por la mañana», lamenta.

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