Ciudades en busca de tierra firme

Venecia comienza a cobrar a los turistas por entrar en la ciudad, mientras Indonesia plantea trasladar su capital porque Yakarta se hunde hasta 25 centímetros cada año

Fotografía del 6 de febrero de 2018, de varios residentes que caminan por una calle inundada por las aguas del río Ciliwung en Yakarta (Indonesia). Según informes oficiales, la parte noroeste de Yakarta se hunde a una velocidad de entre siete y 10 centímetros por año, lo que la convierte en una de las ciudades de más rápido hundimiento del mundo EFE

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La superpoblada Yakarta, capital de Indonesia, se hunde más rápido que cualquier otra urbe del mundo. Ni siquiera la icónica Venecia y sus dos milímetros anuales se acercan. Porque la ciudad radicada en la isla de Java lo hace a tres centímetros en las zonas más afortunadas y hasta a 25 en la peores, especialmente en el área norte. Ahora, el presidente del país, Joko Widodo, ha aprobado un plan para trasladar la capital administrativa fuera de Yakarta. Un paliativo a un problema contra el que luchan decenas de ciudades en todo el mundo: su desaparición bajo el agua.

No es la primera vez que las autoridades indonesias barajan esta idea, que viene de la presidencia de Sukarno (1945-1967). Ahora el tiempo apremia. El 40% de su territorio se encuentra ya por debajo del nivel del mar y las previsiones apuntan que para 2050, el 95% del distrito norte estará sumergido. Así, en 2017 las autoridades encargaron un estudio de viabilidad para la propuesta que ahora ve los primeros resultados.

Urbes anfibias: subsanar las consecuencias del hundimiento en Rotterdam costará 22.000 millones de euros hasta 2050

Las inundaciones golpean con frecuencia Yakarta, con una población de unos 10 millones de personas, 30 si se incluye el área metropolitana. La principal causa está en la extracción descontrolada de agua subterránea, a la que recurre el 60% de la población y que provoca que la tierra sobre ella se hunda. La subida del nivel del mar y el aumento de eventos climáticos extremos terminan de complicar la situación.

El Gobierno aún no ha decidido dónde ubicará la nueva capital, aunque calcula que el traslado de la capital administrativa podría costar entre 20.000 y 30.000 millones de dólares al país. La urbe escogida albergaría a entre 900.000 y 1,5 millones de personas, entre funcionarios y sus familias.

«Crear una nueva capital no es crear una nueva Yakarta. La nueva capital es solo para el Gobierno», explicó ayer Bambang Brodjonegoro, ministro de Planificación. Porque el banco central del país y otras entidades financieras se quedarían en la misma ciudad . Un anuncio que no fue bien recibido por todos, como el gobernador de Yakarta, que puso en duda el segundo gran argumento del Gobierno: el de la necesaria mejoría en el tráfico, en la ciudad con peores atascos del mundo.

Róterdam

Los problemas de vivir en una zona bajo el nivel del mar son bien conocidos en Holanda. Caminando hacia el norte desde la estación central de Róterdam, que ha está a unos 6 metros por debajo del nivel del mar, se llega al nuevo Zoho , un barrio moderno, poblado por pubs de diseño y pequeñas empresas, que se presenta al mundo como «seguro para el clima». En sus muros y en los escaparates de las tiendas pueden leerse letreros como «Detener el agua» o «AbsorBerla o nadar», que aluden a la lucha existencial de la ciudad por no seguir hundiéndose. Aquí la lucha contra el calentamiento climático está lejos de ser un concepto y afecta a cada gesto de la vida cotidiana. Visitantes de todo el mundo se maravillan con las pequeñas presas y esclusas reforzadas, los techos verdes y las nuevas edificaciones sobre pontones. Aun así, en caso de tormenta, aceras y gradas se hunden bajo el agua embalsada.

Los 206 kilómetros cuadrados de extensión de Róterdam, una urbe prácticamente anfibia, están rodeados por otros 114 de agua. Una secular resiliencia traducida en constante construcción de diques y gestión hidráulica la mantiene a flote, pero debido a la extracción indiscriminada de gas y al cambio climático, el suelo se hunde de forma inesperadamente veloz, según el Centro Holandés de Geodesia y Geoinfirmática, que en su informe de finales de 2018 constataba que subsanar las consecuencias del nuevo nivel de hundimiento costará 22.000 millones de euros hasta 2050. Sin este esfuerzo, en solo una década, la ciudad perdería definitivamente la batalla contra el agua.

También Venecia podría desaparecer, sumergida por las aguas del mar Adriático, dentro del final de este siglo, según diversos estudios. Uno de ellos, realizado por las universidades de Roma y de Bari, además de otros institutos, que publicó la revista Quaternary International, confirmaba que se estaba produciendo la subida de las aguas de los mares, lo podría conllevar que el Adriático se elevara hasta 140 centímetros. En este caso, Venecia y otras ciudades costeras del mar Adriático, desde Trieste hasta Rávena , correrían el riesgo de desaparecer.

Mientras esos estudios un tanto apocalípticos se ven como algo lejano, los venecianos se enfrentan diariamente a otra marea que está poniendo en peligro la supervivencia de la ciudad: se trata del turismo, con un auge desproporcionado que necesita regularse para que no hunda a la ciudad. Para este año se espera que acudan a la ciudad de los canales 26 millones de turistas, cifra que podría aumentar hasta 38 millones en el año 2025. Se trata de cifras insoportables para Venecia. La conclusión del ayuntamiento, según sus estudios, es que la capacidad máxima para visitar el centro histórico es de 55.000 turistas por día, o 20 millones cada año.

Cobro por la entrada

Para afrontar este gran desafío, el ayuntamiento decidió controlar el acceso a la ciudad imponiendo un número cerrado. A partir de hoy, 1º de mayo, entra en vigor el pago de un ticket de acceso a Venecia. Para evitar, al menos en parte, el asalto de turistas de «tocata y fuga», se cobrarán tres euros –cantidad que se aumentará en determinadas fechas- para los turistas que lleguen con la nave, con el tren o con barcas sin pararse a pernoctar. La misma tasa se impondrá desde el año próximo a los autobuses turísticos.

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