El cirujano que ha salvado a 11.000 pacientes gracias a un golpe en el cráneo que cambió su personalidad

El británico Stephen Westaby ha operado más de 12.000 corazones y estima que ha salvado al 97% de sus pacientes

Una mujer descubre que tiene cáncer terminal durante una cesárea: «Ahora no quiero encariñarme de mi hijo»

Stephen Westaby BBC

Silvia Montero

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Stephen Westaby ha operado más de 12.000 corazones y estima que ha salvado al 97% de sus pacientes. Además, Westaby, actualmente 73 años, es también un pionero innovador, reconocido internacionalmente por haber ayudado a desarrollar y refinar el uso de bombas cardíacas, corazones artificiales y tecnología de apoyo circulatorio para impulsar la sangre por todo el cuerpo.

En sus libros de memorias 'Vidas frágiles: historias de vida y muerte de un cirujano cardíaco en la mesa de operaciones' y 'El filo de la navaja: el corazón y la mente de un cirujano cardíaco', Westaby cuenta cómo «el chico de la calle» de Scunthorpe, Reino Unido, decidió convertirse en cirujano cardíaco a la edad de 7 años , al ver en televisión, en un programa de la BBC, realizar una operación de un agujero en el corazón. Su abuelo, un trabajador siderúrgico, murió a los 63 años por una enfermedad cardíaca. Su abuela murió de cáncer de tiroides poco después. Esas muertes han sido un acicate durante toda su vida.

Él estaba decidido a ser cirujano, pero le faltaba algo. «Los cirujanos necesitan el temperamento adecuado» , explicó Westaby en un artículo del diario 'Daily Mail'. «Tienes que ser capaz de explicar la muerte a los familiares en duelo. Tienes que tener la valentía de relevar a tu jefe cuando se cansa, las agallas para aceptar la responsabilidad del cuidado postoperatorio de los bebés pequeños o para enfrentarse a catástrofes en la sala de trauma», cuenta. «Yo era un niño tímido, modesto, sin pretensiones, que se asustaba de su propia sombra».

Tanto que, cuando le ofrecieron la oportunidad de estudiar en Cambridge, una de las mejores universidades del mundo, la rechazó pensando que se sentiría fuera de lugar. Optó en cambio por Charing Cross Medical School en Londres, pensando que allí podía pasar más desapercibido. Y así fue. Al principio, su vida universitaria transcurrió sin que se destacara ni para bien ni para mal. Lo que sí hizo fue aprender a jugar rugby, lo que le cambió la vida.

Como estudiante de medicina de 18 años que jugaba al rugby, vio ilícitamente en Charing Cross cómo una mujer de 26 años llamada Beth era operada por un corazón debilitado por fiebre reumática. Ella murió. Un año después, Christiaan Barnard realizó el primer trasplante de corazón de persona a persona. El paciente vivió durante 18 días.

Mientras seguía estudiante, durante un partido de rugby en 1968 recibió un golpe en la cabeza que le fracturó el hueso frontal del cráneo. El incidente podría haber acabado con su carrera, pero tuvo el efecto contrario. Los rayos X revelaron una pequeña grieta en el hueso frontal del cráneo. «El traumatismo craneal afectó la parte de mi cerebro responsable del razonamiento crítico y la prevención de riesgos. Esto explicaba mi nueva falta de inhibición, mi irritabilidad y agresión ocasional».

«Las pruebas de los psicólogos mostraron que obtuve una puntuación alta en algo llamado 'inventario de personalidad psicópata', y el psicólogo me dijo: 'No te preocupes, la mayoría de los grandes triunfadores son psicópatas. Particularmente los cirujanos», relata Westaby sobre las consecuencias de su accidente. «Se esperaba que volviera a la normalidad cuando bajara la hinchazón, pero afortunadamente para mí no fue así». Lo que hizo la lesión en la cabeza fue quitarle el miedo y las inhibiciones . Ya tenía «la mezcla completa de habilidades para un cirujano exitoso»: coordinación, destreza manual y audacia. «Lo que menos quieres es ser un cirujano asustado».

El mantra de Westaby es: «Avanza, aprende, esfuérzate más». La innovación, argumenta, es la meta, no los resultados. Desde 2013, el rendimiento se mide en «datos de mortalidad específicos del cirujano». Como resultado, cree que la cirugía cardíaca es demasiado arriesgada hoy en día para los jóvenes estudiantes. Están «oprimidos, a la defensiva, inseguros de sí mismos». En los años 60, un infarto provocaba la muerte de siete de cada 10 pacientes. Ahora, siete de cada 10 sobreviven, pero una persona con enfermedad cardiovascular muere cada tres minutos.

El cirujano ha perdido al menos 300 pacientes durante su notable carrera ; ya jubilado, dice que 'detesta' cada una de las muertes y revela cómo todavía está tratando desesperadamente de salvar vidas. Ahora, después de retirarse de la cirugía a los 68 años, Westaby trabaja con el profesor Sir Martin Evans en la producción de células madre modificadas genéticamente que pueden eliminar las cicatrices de los corazones de pacientes adultos con infarto, así como en el desarrollo de la próxima generación de corazones artificiales británicos, que «funcionan bien en los laboratorios».

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