El caso de Noa revela la insensibilidad que la eutanasia crea en Holanda

La ciudadanía de los Países Bajos mira con indiferencia un hecho dramático que ha conmovido al mundo

Noa Pothoven Instagram

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Noa Pothoven no falleció como consecuencia de la aplicación de los mecanismos legales de eutanasia, que le había sido rechazada en un centro privado especializado precisamente en casos en los que los médicos holandeses alegan objeciones de conciencia, sino que se suicidó por inanición en su casa, ante los ojos de sus familiares y el acompañamiento de un equipo médico e incluso el conocimiento de al menos una miembro del Parlamento holandés. Lo más sorprendente del caso de esta adolescente no es que haya llegado a morir de esta forma, sino la reacción indolente de la sociedad holandesa, que ha asistido con la mayor indiferencia a este hecho dramático sin que nadie se haya preguntado siquiera si se trata de un hecho que pueda ser amparado por la legalidad. En todo caso, el cuerpo de Noa aún no había sido enterrado ayer.

Los diarios holandeses apenas se han hecho eco de esta noticia o si lo han hecho ha sido para elogiar la actitud valiente de esta adolescente. Ni la policía ni el Ministerio de Sanidad han anunciado que hayan abierto una investigación al menos para cubrir el expediente . La generalización de este tipo de final para una vida ha tenido ya efectos en la sociedad holandesa, cuya sensibilidad se ha endurecido de forma palpable.

La muerte de Noa se produjo el pasado fin de semana, y fue anunciada por su hermana en las redes sociales. Puesto que los pocos diarios que se habían ocupado del caso ya habían hablado de los deseos de morir que esta adolescente había publicado en redes sociales, el hecho pasó prácticamente desapercibido. Cuando medio mundo hablaba de una eutanasia potencialmente escandalosa por tratarse de una menor de edad, la respuesta de los periódicos holandeses ha sido desmentir que se hubiera tratado de una eutanasia. ¿Qué fue entonces? Según uno de los periodistas holandeses que ha seguido más de cerca el tema, Henk van Gelder, del diario regional «De Gerderlander» en realidad «no hubo ninguna sedación activa» como podría haber sido el caso si se hubieran aplicado las reglas de una eutanasia. «Noa no quería vivir más y dejó de comer y beber. Pero hubo un equipo médico acompañándola» en su casa. A la pregunta de si ello no presupone un problema legal para las personas que no hicieron nada para evitar su muerte, éste se limitó a aconsejar que eso se le pregunte al Ministerio de Sanidad en La Haya, que tampoco ha respondido a la pregunta.

Desde 2002 cuando entró en vigor la primera ley de eutanasia, el número de personas que acaban su vida por este procedimiento no ha parado de aumentar. El año pasado fue el primero en más de una década en la que la cifra de eutanasias aplicadas no se incrementó como ha sido la constante hasta ahora , pero se trata de un descenso del 7% respecto al año anterior combinado con un aumento casi correspondiente de sedaciones terminales. En total el año pasado se practicaron en Holanda 6.126 eutanasias. Si se aplicase la misma proporción respecto a la población del país, eso correspondería a más de 16.000 muertes provocadas activamente en España.

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