Verabhadran Ramanathan, en una imagen de archivo
Verabhadran Ramanathan, en una imagen de archivo - ABC

Un asesor del Papa Francisco, premio Fronteras del Conocimiento de Cambio Climático

La Fundación BBVA premia al climatólogo indio Ramanathan por descubrir el efecto de los gases «traza» en el clima

Descubrió que los CFCs y algunos tipos de hollín también ejercen un potente efecto invernadero

MADRID Actualizado: Guardar
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El climatológo indio Veerabhadran Ramanathan es el ganador de la octava edición del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cambio Climático. Ramanathan (Madurai, India, 1944) es profesor de Ciencias Climáticas y Atmosféricas de la Scripps Institution of Oceanography de la Universidad de California, en San Diego (Estados Unidos), y el premio se le otorga por descubrir que hay otros gases y contaminantes, además del CO2, afectados por la actividad humana con un enorme poder para alterar el clima de la Tierra, y sobre los que se puede actuar ya para ayudar a combatir el calentamiento global.

Son los llamados gases «traza», por ser menos abundantes que el CO2, pero no por ello menos perjudiciales.

Fue en 1975 cuando Ramanathan descubrió que los clorofluorocarbonos (CFCs) no sólo eran destructores de la capa de ozono sino también potentísimos gases de efecto invernadero, responsables del 45% del efecto invernadero atribuible a la acción del hombre. Hasta ese momento se pensaba que el efecto invernadero lo producía casi exclusivamente el CO2. Pero Ramanathan descubrió que una tonelada de CFCs atrapa tanto calor en la atmósfera como 10 toneladas de CO2. Y lo mismo ocurre con otros gases como el metano y los HFCs, precisamente los refrigerantes que sustituyeron a los CFCs en los frigoríficos porque no dañan la capa de ozono.

En los últimos años ha tenido un papel crucial en el asesoramiento al Papa Francisco. Como miembro de la Academia Pontificia de las Ciencias organizó en 2014 un simposio cuyas conclusiones han sido relevantes en la publicación de la encíclica «Laudato Si» sobre el deterioro ambiental global. A su juicio, « el cambio climático es un problema de índole moral, que exige cambiar nuestro comportamiento como sociedad y empezar a pensar más allá de nosotros mismos e incluso de nuestros hijos, exige pensar en el planeta y en los que viven lejos».

Precursor de los drones

Ramanathan es además pionero en el estudio, en los años 90, del papel de las partículas en suspensión en el cambio climático. Para la investigación de estos aerosoles puso en marcha experimentos a gran escala sin precedentes en el área, y con tecnologías muy innovadoras entonces. Gracias a un experimento en el que una flotilla de lo que ahora conocemos como drones atravesaron una nube de contaminación sobre el Pacífico tan extensa como todo Estados Unidos, y de 3 kilómetros de grosor, Ramanathan y sus colaboradores acabaron descubriendo que un tipo específico de aerosol, el hollín o carbonilla, ejerce también un potente efecto invernadero y por tanto tiene un gran impacto en el calentamiento global.

Este tipo de aerosoles procede de motores de automóviles y calefacciones, y también de la quema de combustibles poco eficientes, como heces de ganado en cocinas en países pobres, como la India, y en general el sudeste asiático. Constituye una parte importante de la contaminación de las ciudades europeas, y causa la muerte de decenas de miles de personas en países pobres. Ramanathan explicó tras conocer el fallo del jurado del Premio BBVA la necesidad de enfocar la lucha contra el cambio climático también contra este tipo de contaminante, con enorme impacto en la salud y en el clima.

Los gases traza y el hollín «son entre 25 y 4.000 veces más potentes que el CO2, pero se quedan en la atmósfera días, en el caso del hollín, o hasta 15 años en el caso de los HFCs», explica Ramanathan. «Reducir las emisiones de estos contaminantes de vida corta tendrá un impacto inmediato y puede ralentizar enormemente el calentamiento global de aquí a unas décadas. Esto nos daría un tiempo que necesitamos desesperadamente para cambiar radicalmente nuestra dieta energética».

En un estudio publicado el año pasado, Ramanathan estimaba que reduciendo las emisiones de metano en un 50%, de hollín en un 90% y dejando de usar del todo los HFCs, en 2030 habremos reducido a la mitad el calentamiento previsto para los próximos 35 años. Pero no se trata, aclara, de concentrarse en los gases de vida corta y no actuar sobre el CO2, sino «de activar las dos palancas. Solo limitando las emisiones de CO2 no lograremos el objetivo que marca el Acuerdo de París». En su opinión los gases «traza» y el hollín representan una «baza muy potente, y ahora es el momento de jugarla».

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