El Papa Francisco, ayer en Filadelfia
El Papa Francisco, ayer en Filadelfia - efe

El Papa saluda uno por uno a un centenar de presos en la cárcel de Filadelfia

«Todos tenemos necesidad de ser purificados, de ser lavados»

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En un emotivo encuentro con un centenar de presos y presas en la mayor cárcel de Filadelfia, el Papa Francisco conmovió a todos bajando a saludar personalmente a cada uno y cada una después de haberles dirigido la palabra desde una pequeña tarima. En la misma sala, Francisco saludó también a funcionarios y guardias de la prisión así como a algunos familiares de los diversos grupos presentes.

Las mujeres ocupaban más bien las primeras filas y eran menos que los hombres. Lo curioso es que la mayoría de los presos eran blancos, a pesar de que el sistema carcelario en Filadelfia y muchas ciudades acoge sobre todo a negros, cuya situación económica y social es más dura.

Los hombres miraban al Papa con rostro serio, mientras que en el de las presas se notaba cariño.

Probablemente estaban conmovidas al ver que, después de hablar ante el Congreso americano y las Naciones Unidas, Francisco se hubiese desplazado a la prisión de Curram-Fromhold para visitar también a personas de vida irregular.

Entre los presentes había reclusos que están cumpliendo condenas por homicidio, violación o narcotráfico, pero que tiene derecho a una segunda oportunidad si deciden comportarse en delante de otro modo.

Francisco les dijo que había venido a visitarles «sobre todo como hermano, para compartir su situación y hacerla también mía. Para que podamos rezar juntos y presentarle a nuestro Dios lo que nos duele y también lo que nos anima».

Con enorme respeto, les comentó que Jesús había lavado los pies a sus discípulos y que «vivir supone ensuciarse los pies por los caminos polvorientos de la vida, de la historia». Incluyéndose a sí mismo afirmó que «todos tenemos necesidad de ser purificados, de ser lavados», y esa es la responsabilidad social de la justicia.

Por eso resulta «doloroso constatar sistemas penitenciarios que no buscan curar las llagas, sanar las heridas, generar nuevas oportunidades», olvidando que el dolor y las heridas de los presos «son también el dolor y las heridas de una sociedad».

Al final de sus palabras volvió a insistir en que «todos tenemos algo de que ser limpiados» y les invitó a «mirar a Jesús, que nos lava los pies». Les dijo que «Jesús es el camino, la verdad y la vida, que viene a sacarnos de la mentira de creer que nadie puede cambiar».

Como despedida, el Papa dio a todos la bellísima bendición de la Biblia, tomada del Libro de los Números, que ha repetido estos días: «Que el Señor les bendiga y les proteja, haga brillar su luz sobre ustedes…y les consiga la paz».

Los nueve días de viaje agotador del Papa por Cuba y Estados Unidos están llegando a su fin. El programa de la tarde del domingo incluye la misa de clausura del Encuentro Mundial de las Familias y un encuentro de despedida con los patrocinadores y voluntarios que lo han hecho posible.

Tras ser despedido en el aeropuerto por el vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden, el Santo Padre emprenderá el viaje de regreso durante toda la noche para aterrizar en Roma el lunes a las 10 de la mañana.

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