Cinco días de máxima tensión hasta saber si la cooperante se ha infectado con ébola

De todas las situaciones posibles, «esta es la mejor imaginable para un paciente de ébola», cuenta a ABC José Manuel Echevarría, jefe de virología del Centro Nacional de Microbiología del Instituto de Salud Carlos III. «Va a tener todas las oportunidades desde el primer minuto porque sabemos exactamente cómo pasó y cuándo pasó. Afrontamos prácticamente las mismas condiciones que si estuviésemos ante un caso de ensayo en laboratorio, y eso se traduce en el máximo de opciones para la paciente».

Echevarría explica a ABC que desde el punto de vista «asistencial» no sería necesario hacerle las pruebas de detección del virus en sangre, las conocidas PCR, hasta que manifestase los primeros síntomas.

Pero «hay que tener en cuenta el estado anímico tan difícil que esta médica atraviesa en estos momentos», señala Echevarría. En base a ello, sería posible que sin manifestar sintomatología alguna se le extrajese sangre para realizarle una PCR. «Nunca antes de cuatro o cinco días, que es lo que en cualquier infección vírica se conoce como período de eclipse. En esa primera fase es imposible detectar el virus en la sangre». Y es que aunque el ébola ya esté empezando en esos primeros días a replicarse «en los órganos diana tempranos», no es posible encontrarlo todavía.

Todos los tratamientos disponibles

En caso de que se confirmase la infección de la paciente, la siguiente decisión a tomar por su equipo médico sería la del tratamiento a suministrarle. Aunque esta infección no tiene cura y la base del tratamiento es la administración de soporte vital, Echevarría confirma que «ahora mismo tiene disponibles antivirales, plasma de convalecientes e incluso la vacuna de Glaxo que se está ensayando en África» y con voluntarios en Europa.

El incidente sufrido por la médica española no es el primero de este tipo. En 2009, una investigadora alemana que trabajaba en un laboratorio de alta seguridad en el Instituto de enfermedades tropicales de Hamburgo fue puesta en cuarentena después de haberse pinchado también accidentalmente con una jeringuilla. En aquella ocasión, la cepa del virus con la que trabajaba la científica tenía unos porcentajes de mortalidad de 90% de los casos y se decidió administrarle un tratamiento en un estadío pre-clínico. La investigadora consiguió superar la enfermedad.