Almadrabas
Museo del atún: El arte de las almadrabas para el público
Este espacio informativo situado en Barbate acerca a los ciudadanos la tradición ancestral que cada primavera tiene lugar en aguas gaditanas
Antes de llegar a Barbate, en el polígono industrial El Olivar, destaca la imponente figura de un atún. 'Museo del Atún. Visitas con degustación' puede leerse. Y claro, pocos mortales se pueden negar a tamaña tentación. Entramos en el Museo del Atún, un espacio informativo creado por la empresa de salazones, conservas y ahumados 'La Chanca' «para dar a conocer al visitante toda la tradición ancestral que existe en toda esta parte de la costa gaditana en torno al mundo del atún: su captura y posterior transformación».
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En imágenes: Dentro del Museo del Atún
Este lugar, situado en Barbate, muestra al visitante el recorrido de los túnidos desde el mar hasta la mesa
Nos recibe la sonrisa de Pilar Relinque, joven barbateña y guía turística del museo. Abierto desde hace más de una época, este espacio recibe, entre los meses de abril y septiembre, a grupos diariamente, «dos o tres grupos al día en temporada», señala Pilar y, el resto del año, también realiza visitas concertadas para grupos.
Dentro de la almadraba y ronqueo en directo
Cuando el visitante traspasa las puertas del museo, directamente se sumerge en el fondo del mar. Enormes atunes se enredan en el techo de la primera sala dentro del copo de la almadraba, haciendo llegar al que lo observa desde abajo, mientras vislumbra la obra viva del buque pesquero, el funcionamiento de esta 'trampa' y su sistema de redes. Paseando entre ánforas fenicias y con un esquema de la almadraba de Barbate en la mano, Pilar cuenta que «los atunes vienen del Atlántico norte al Mediterráneo en busca de aguas cálidas donde desovar y reproducirse, cuando entran en la almadraba». Allí, dos redes van a impedir que vuelva a salir. Los túnidos pasan de la cámara, al buche y de ahí al bordonal, para llegar al copo. «Una vez están en las redes, los pescadores las levantan y suben a los barcos», cuenta Pilar, puntualizando que son los buzos los que en la actualidad debajo del agua acaban con la vida del animal. «La época de la almadraba es de abril a junio. Aunque no todos los días hay 'levantá', depende de la cantidad de atunes y del tiempo», puntualiza la guía.
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Después de 'pescar' el atún, Pilar muestra las diferentes partes del mismo, en las que se dividen los ejemplares de entre 300 y 400 kilos que caen en las redes almadraberas. Cola, parpatana, ventresca o ijar y tarantelo, así como las huevas, «estas son de grano, es decir, de hembra, a las que caracteriza su color anaranjado y las venas. Las de macho son blancas, o 'de leche'».
Y pasamos al espacio de salazones, con réplicas de agujas, bonitos y voladores, colgados del techo secándose. Al tiempo que la guía cuenta que los niños suelen sorprenderse mucho con el museo, mientras lo tocan todo.
La siguiente sala dispone una maqueta central que explica cómo se trabaja en la fábrica de La Chanca. Pequeñas figuras de trabajadores que replican el ronqueo, cómo los lomos se hacen mojama, la salazón, los secaderos, la sala de cortes y el empaquetado.
La visita, de unos 45 minutos de duración, termina con lo que, dice la guía, más suele impresionar a los visitantes: un ronqueo (despiece) en directo (en este caso, de un atún de aleta amarilla, que pesa entre 70 y 80 kilos). Por último, el paso a la tienda de La Chanca, donde los visitantes degustan conservas de atún. Terminamos nuestra visita con un dato curioso que nos aporta Pilar, el atún rojo de más peso que se ha capturado hasta ahora fue un túnido de 850 kilos, cogido en la almadraba de Conil.
