SALUDO. El ingeniero dialoga con la ministra al inicio de la exposición en la Subdelegación. / A. VÁZQUEZ
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Javier Manterola: «Es posible que nunca se abra el tramo móvil»

El ingeniero responsable del proyecto sostiene que el diseño original no ha sufrido grandes cambios, salvo la parte levadiza y el gran espacio central Asegura sentir una especial satisfacción por la complejidad del encargo y considera «excesiva» la «exigencia» de Navantia de abrir la estructura

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Pasó desapercibido como uno más de los políticos, agentes sociales y amigos invitados al acto, como si de un convidado de piedra se tratara. Pero su protagonismo es indiscutible y se puso de evidencia a la conclusión de la presentación del proyecto del segundo puente. Tras la exposición de la ministra de Fomento, el ingeniero navarro Javier Manterola «reivindicó» su momento con una descripción más exhaustiva de la infraestructura que hizo sin recelos al corrillo posterior de medios de comunicación.

El alma máter del Puente de La Pepa afirmó sentir una satisfacción especial por el resultado del diseño de una infraestructura que se ha convertido en su mayor obra y que «ha presentado muchos problemas que se han resuelto con satisfacción». Sin ocultar su orgullo tras dos años de trabajo, Manterola destacó la importancia del equipo de 80 personas que han colaborado en el desarrollo de una idea que hoy es ya el origen del puente de mayor envergadura de España, tanto por su longitud (3,1 kilómetros) como por el tamaño del vano de luz (540 metros), entre otros, y el de mayor altura de Europa.

«Algún barco extraño»

Según el ingeniero, este proceso de desarrollo del boceto ha sido lineal, con pocas modificaciones, aunque reconoció que ha estado sometido a «muchas exigencias por parte de muchos organismos». En este apartado, la decisión de incorporar un tramo móvil fue el momento de mayor inflexión del proyecto en respuesta a la demanda de la compañía pública Navantia para permitir el paso de grandes estructuras navales que puedan fabricarse en el astillero puertorrealeño de Matagorda. Según Manterola, esta exigencia fue «excesiva», ya que el mundo de la ingeniería ha deparado grandes puentes, incluso marítimos, que, sin contar con un elemento móvil, no obstaculizan el tráfico marítimo.

A su juicio, la reivindicación atendida de la empresa, que ha generado una importante inflación del coste de la estructura, sólo se verá compensado en el caso de que se contrate algún barco «extraño», en referencia a unas dimensiones extraordinarias que no se han registrado hasta la actualidad en las factorías navales de la Bahía.

Esta excepcionalidad llevó a Manterola a afirmar que «es posible que nunca se abra el tramo móvil» y anunció que el dragado de la canal no está contemplado ejecutarse durante las obras de construcción del Puente de La Pepa, sino solamente en el caso de que sea necesario para dar salida o posibilitar el tránsito de alguna embarcación. Pese a ello, el profesional navarro reconoció que esta petición estaba condicionada por un contexto especial causado por los «problemas de trabajo» que sufría Navantia y que hacían necesario facilitar al máximo el desembarco de la nueva empresa naval militar.

En el debate sobre este elemento móvil, el ingeniero defendió la conveniencia de una estructura levadiza, y no giratoria como se valoró inicialmente, porque este último «barre mucho hacia el lateral», lo que dificulta también el tráfico marítimo por la distancia de seguridad obligada para el paso. En este sentido, Manterola recorrió algunos de los modernos modelos de puentes móviles que poseen este sistema, como son los de Barcelona, Tarragona, Valencia y Murcia, este último también con su propio sello.

Hasta 600 metros de luz

Otro de los cambios que destacó el profesional contratado por el Ministerio de Fomento fue la ampliación del vano de luz (hueco entre dos pilares) que deje espacio libre para el paso de barcos, pero también para la realización de maniobras. Esta condición solicitada por la Autoridad Portuaria de la Bahía hizo que el gran ojo abierto entre las dos torres que soportan la estructura pasara de los 400 metros delineados inicialmente a los 540 finales, e incluso se llegó a plantear alcanzar los 600 metros, aunque esta exigencia fue finalmente rechazada por desmesurada, según explicó Manterola.

En relación a la discusión sobre la conveniencia de instalar una plataforma para la circulación del tranvía, el ingeniero aseguró que sí puede tener cabida pero mostró sus reticencias porque «es un incordio» ante las dificultades técnicas que plantea, no tanto en su tránsito sobre la estructura, sino porque ni Cádiz ni Puerto Real están preparadas para recibir este medio de transporte. Además, Manterola reconoció que la pendiente del puente del 5% es «fuerte» para los vehículos pesados, por lo que resulta imprescindible reservar uno de los tres carriles para el tráfico lento de camiones y autobuses, que incluso podría llegar a colapsarse por el fuerte movimiento de mercancías del puerto. Sin embargo, el profesional rechazó la posibilidad de que el puente llegue a saturarse porque «la ciudad es pequeña; no puede llegar a tener un millón de habitantes. Puede pasar lo que se quiera; es mucho puente para Cádiz».

El diseñador de La Pepa «presumió» de algunas de las características más excepcionales de su obra, como la iluminación o la triple protección que recubrirá los tirantes de acero y plástico.