LA GLORIETA

La culpa

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Los niños ya no vienen con un pan debajo del brazo, sino con un sobre. Salen del vientre materno con un papel debajo de la axila en el que pone: «A mi madre querida». Al principio los médicos y las matronas se sorprendían un poco, pero ya han llegado a acostumbrarse y justo antes del test Apgar (por favor, no confundir con el yerno de Aznar) le quitan el sobre al neonato y se lo pasan a la madre. Dentro, en una cartulina, puede leerse lo siguiente: «Hola, soy tu sentido de la culpa y no te abandonaré hasta que este/a se vaya de casa... si lo consigues».

Y así, una recibe a la culpa y aprende a convivir con ella. Total, es algo tan asociado al catolicismo que sueles estar acostumbrada. Por lo general, te acuerdas de que existe cuando todos los niños han llevado los trabajos manuales al colegio menos tu hijo; cuando un día antes de la comunión a tu niña le faltan los zapatos, la diadema y el vestido le queda estrecho; cuando estás en la peluquería y de repente te das cuenta de que se te pasó la reunión del Ampa; cuando vas en el autobús y te fijas detenidamente en que no le has cortado las uñas a tu bebé... En fin, animo a las madres del mundo a que pongan sobre estos puntos suspensivos todas las situaciones que alguna vez les hicieron sentirse malas madres. Las peores del mundo. Los padres, por favor, que se abstengan. Bastante tienen con preocuparse por la Liga de Fútbol, la Champion, la Recopa y la Super Bowl (para los que tengan el Digital).

El sentido de la culpa es femenino y plural. Desconozco si el hecho de que los hombres no lo padezcan se debe a que se ubica en el lado derecho o izquierdo del cerebro. Y dudo mucho que alguien pueda explicármelo.