VUELTA DE HOJA

Conciencias tranquilas

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Lo más llamativo del expolio marbellí no es la cuantía de lo robado, ya que existe una larga tradición en eso de cambiar las cosas de sitio, sino el sosiego espíritu que disfrutan todos los ladrones. Aseguran que duermen en paz y gracia de Dios, a pesar de haber provocado tantos insomnios.

No es que sean dueños de una conciencia laxa, sino que han sabido domesticarla y si le ordenan que se calle no da un ruido. ¿Se localizará ese detective que llevamos dentro y que solemos llamar conciencia en alguna terminal nerviosa? En ese caso vuelve a demostrarse que el dinero es el mejor calmante de los nervios. «Una buena conciencia vale por mil espadas», escribió Shakespeare, pero nunca dijo que valiera por miles de millones de euros.

Los macrogolfos se definen como trabajadores abnegados. Sin duda hicieron horas extraordinarias para conseguir esos extraordinarios ingresos. En una primera valoración, el ministro del Interior, José Antonio Alonso, estima en 2.400 millones de euros las propiedades intervenidas. Nunca fue tan verdad la frase de Ba-kunin: la propiedad es un robo. Algunos ex pelagatos tenían en casa un hipódromo, una joyería, un museo, un parque automovilístico y un arsenal. Hidrópicos de la pasta gansa, fueron de oca en oca y tiraron otra vez y otra del dinero municipal. Entre el asesor urbanístico, Juan Antonio Roca, y sus veinte principales compinches han logrado avergonzar a Alí Babá y sus secuaces.

Otros preferían tener el dinero en sacos. Era lo más coherente después del saqueo. Pero insisto en que lo más a sombroso es que la voz de la conciencia de los granujas se haya hecho inaudible para los interesados. Todos están tranquilos. Saben que tendrán que aguantar esta mala racha. Luego su único problema será coger el dinero y correr.