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«He venido hasta aquí para deciros que vuestro presidente os miente»

Una doctora iraquí denuncia en el concierto antibelicista de Nueva York que EE UU apoya los 'escuadrones de la muerte'

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Susan Sarandon estaba divina, como siempre; el cantante de REM, Michael Stipe, está acostumbrado a posar; la banda de Fishensprooner iba vestida para la actuación, con trajes dorados y brillantina; y hasta la madre pacifista, Cindy Sheehan, posa ya con la naturalidad de una estrella de rock. Pero la doctora iraquí Entesar Mohammed Ariabe, que permanecía de pie junto a ellos, aguantando el tropel de flashes con toda dignidad, no esbozó ni una sonrisa de más.

«He venido hasta aquí para deciros que vuestro presidente os miente», dijo al fin, cuando le tocó el turno en el escenario del Hammerstein Ballroom de Nueva York, donde las protestas por el tercer aniversario de la invasión iraquí culminaron con un macroconcierto antibélico. «Dice que nos ha llevado la democracia y la libertad, pero no es cierto. Tenemos un Gobierno sectario que mata y secuestra a nuestros hombres con el apoyo de los estadounidenses».

La madre pacifista había transformado su atuendo para la ocasión con una moderna falda marrón, mal combinada con una camiseta rosa, medias blancas y zapatillas chinas, pero la doctora Ariabe ni siquiera se había cambiado el pañuelo de la cabeza por uno de seda. Si ha dejado aparcado durante tres semanas su trabajo en el hospital de Amaria City, en Bagdad, para ir a Estados Unidos esponsorizada por la organización de mujeres por la paz Code Pink, es porque cree que los medios de comunicación no cuentan lo que realmente ocurre en su país.

«Violencia sectaria»

Hace más de un año que los rumores de escuadrones de la muerte chiís que ejecutan a hombres de la minoría suní, a la que se cree detrás de la insurgencia, se han plasmado lentamente en una realidad que hasta Washington reconoce abiertamente. Bush la llama «violencia sectaria», y pone la responsabilidad de eliminarla en el Ejecutivo iraquí, al que se acusa de fundar estos grupos. Incluso el embajador norteamericano en Bagdad, Zalmay Jalilzad, amenazó hace un mes al Gobierno local con retirarle la ayuda si no permite que la cartera de Interior, de la que dependen las fuerzas armadas y policiales, pase a manos de sunís o kurdos. Cualquiera que esté libre de sospecha.

Según el testimonio que la doctora Amaria dio a este periódico antes de subir al escenario, las milicias que forman los escuadrones de la muerte visten uniformes de las nuevas fuerzas iraquíes que entrena la comunidad internacional. «No os imagináis lo que veo cada día. Los bombardeos continúan. En mi hospital no tenemos ni lo más básico para tratar a los heridos. La violencia en las calles es tal que no puedo mandar a mis hijas al colegio. En mi país ya no hay vida, sólo se oyen las canciones de la muerte», relató.