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Sindicatos y estudiantes desafían a Villepin con manifestaciones y huelgas en serie

La protesta por el Contrato de Primer Empleo prende en los arrabales de París y un trabajador está en coma por una carga de las fuerzas antidisturbios En Seines Saint Dennis centenares de alumnos hostigaron a la Policía

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Las organizaciones sindicales y estudiantiles que exigen la retirada del nuevo contrato juvenil ideado por el Gobierno francés han convocado una jornada nacional de acción, que incluye paros laborales, para el próximo martes día 28. Cuando la mecha de la protesta comienza a prender en el polvorín de los arrabales de París y un manifestante golpeado por la Policía permanece en cuidados intensivos, el primer ministro, Dominique de Villepin, afronta el renovado desafío contestatario con invocaciones repetidas al diálogo para mejorar la aplicación del Contrato Primer Empleo (CPE) pero sin dar ningún indicio de enterrarlo.

Al cabo de dos horas de reunión en París, las doce organizaciones impulsoras del combate contra la reforma que facilita el despido de los principiantes no llegaron a convocar a la huelga general como habían amenazado. La fórmula elegida, una jornada de lucha con paros a la carta, es una solución de compromiso entre radicales y moderados para salvar la unidad de acción sindical. A la postre se impuso la evidencia de que los funcionarios y asimilados -poder fáctico de las grandes huelgas en Francia- no se sienten concernidos por el CPE. Los convocantes se contentan con movilizar en el sector público a los profesores y a los ferroviarios, gremios para los que ya han presentado preavisos de huelga.

Por su parte, la Coordinación Nacional de Estudiantes ha programado hoy una jornada de acciones locales y llama a una huelga general en universidades e institutos el próximo jueves con una manifestación unitaria en París. Los huelguistas declinaron una invitación del Gobierno a la que sólo acudieron estudiantes partidarios del CPE o contrarios al bloqueo de los centros docentes ante los que Villepin reiteró una retórica invocación al diálogo.

El rechazo al CPE es mayoritario en la opinión pública. Los últimos sondeos muestran que casi tres de cada cuatro franceses anhelan que el Gobierno modifique el contrato juvenil (38%) o lo abandone totalmente (35%). El rechazo, que en general es del 60%, sube al 80% entre los encuestados de 15 a 24 años, lo que supone un incremento de 17 puntos desde primeros de mes. Además sólo el 19% de los interrogados opina que Dominique de Villepin está a la escucha de sus problemas (quince puntos menos) y el 35% (-11%) a la altura de los acontecimientos.

Sin marcha atrás

El primer ministro prefiere fijarse en la impresión de que el electorado conservador no perdonaría una marcha atrás. El 71% de los simpatizantes de la UMP, el partido gobernante, desea que se mantenga el CPE, al 68% de los franceses les parece que Villepin es valiente y el 63% piensa que el Gobierno no va a ceder. Pero un 71% ve en la movilización contra el CPE «una crisis social profunda que puede cobrar amplitud».

Uno de los síntomas más inquietantes es el riesgo de contagio a los suburbios que ardieron en la hoguera social del pasado otoño. Los primeros escarceos de esta temida exportación se produjeron ayer en Drancy, localidad de la periferia de París enclavada en pleno corazón del departamento de Seine Saint Denis, foco de aquella insurrección urbana. Durante tres horas, cientos de alumnos de un instituto hostigaron a pedradas y botellazos a las fuerzas antidisturbios, que replicaron con pelotas de goma. Tres coches fueron incendiados y una marquesina quedó destrozada. Enfrentamientos con la Policía, cortes de carreteras y actos de vandalismo se produjeron en otras localidades de los arrabales de París.

Las alarmas

La otra gran amenaza es la posibilidad de que se produzca una víctima mortal en incidentes cada vez más violentos. La alarma se disparó ayer con la noticia de que un manifestante de 39 años se encuentra hospitalizado en coma con traumatismo craneal y lesiones intracerebrales. Según el sindicato Sud, al que está afiliado, al término de la multitudinaria manifestación del sábado en París, fue «violentamente pisoteado por una carga de las fuerzas del orden» que se negaron a llamar a los servicios asistenciales pese a la manifiesta gravedad de sus heridas. La Fiscalía ha ordenado una investigación.

La exigencia de retirada del CPE fue respaldada por la Confederación Europea de Sindicatos por entender que «este tipo de medidas instala de forma duradera a la UE en el terreno del dumping social». Más insospechado es el apoyo brindado por Sharon Stone quien, de paso en París para promocionar Basic Instinct 2, opinó que «la gente tiene derecho a saber por qué se la contrata o despide» y que «no es justo aprovecharse de la debilidad de los parados».