Editorial

Celo intervencionista

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Las 64 nuevas recomendaciones emitidas por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CMNV) acerca del Código del Buen Gobierno de las empresas cotizadas en el mercado de valores y presentadas ayer por el presidente de la institución Manuel Conthe, suponen un catálogo repleto de buenas intenciones con cuya orientación general resulta prácticamente imposible discrepar. Algunas iniciativas, como las dirigidas a clarificar las remuneraciones percibidas de forma individual por los administradores y el endurecimiento de las sanciones por administración desleal son ya práctica común en otros muchos países y deberían contribuir a mejorar la gestión de los consejos de administración y la dedicación de los consejeros individuales. Otras, como la no cotización de las empresas filiales o la limitación de los mandatos de los consejeros independientes, están cargadas de sentido común, pero su aplicación estricta e indiscriminada puede crear más problemas que los que pretende resolver.

La flexibilización en el cumplimiento de determinadas orientaciones como admitió ayer el presidente de la CNMV será una condición necesaria para lograr un progresivo cumplimiento del Código en su conjunto. Porque en el conjunto del documento existen también una serie de recomendaciones que parecen excesivamente intervencionistas, como son el tratar de imponer el número de consejeros, la frecuencia de reuniones o la paridad de género. No hay por qué suponer que la CNMV conozca mejor las necesidades prácticas de las empresas que ellas mismas. El camino para introducir la transparencia y la claridad en el mundo de las compañías cotizadas en Bolsa, que captan el ahorro de millones de pequeños inversores, es saludable y redundará sin duda en su mejor funcionamiento; pero, tratar de regular todos y cada uno de los aspectos prácticos de su vida cotidiana, es una intromisión que carece de justificación y que peca de soberbia. Está muy bien dedicar esfuerzos a mejorar la gestión de las grandes compañías, pero la CNMV no debe olvidar otros muchos casos en los que aplicar su celo in vigilando con rigor e, incluso, con dureza, como es el caso de la OPA en curso de Gas Natural sobre Endesa. Es ahí donde, su silencio, en la mayoría de las ocasiones, o sus salidas de tono, en otras, no se corresponden con la postura detallista que trata de imponer desde sus recomendaciones. Siempre es más fácil divagar sobre lo abstracto que decidir sobre lo concreto, pero la CNMV es una auténtica experta en ello.