Tribuna

500 títulos de poesía

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¿Quién habría creído en los albores de 1976 que la modesta y voluntariosa editorial, que nacía de la mano de una democracia, que principiaba, celebraría treinta años después su título poético número 500? Gozosa noticia, pues, para todos los que amamos las letras, ésta que nos brinda Hiperión con la reciente aparición de un nuevo volumen que conmemora tan significativo acontecimiento. Se reedita para la ocasión De viajes y estancias, el primer poemario que el director de la editorial, Jesús Munárriz, publicara en 1975 en la colección Visor. Valga destacar que no ha sido este un acto de vanidad, sino como bien aclara el autor en el prefacio, «mis colaboradores han querido obsequiarme con una nueva edición de mi primer libro ( ) Estoy muy agradecido a quienes se han acordado de mi lejano proyecto ( ) tal como lo proyecté y realicé en su momento». Aquella ilusión, ve ahora la luz, en un envoltorio rojizo y sugerente, que se acompaña de los collages que el propio Munárriz pergeñase, cuando compaginaba sus aficiones literarias con las pictóricas.

Estos viajes y estancias, renuevan el bautismo del poeta donostiarra en el que se adivinaban ya las claves de su quehacer posterior: una lúcida mirada crítica, buena dosis de ironía, pleno dominio de los metros y un credo lírico al que se ha mantenido fiel con el paso de los años y los versos: «Por eso estoy con las palabras y por eso/ redescubro un sentido al sinsentido en ellas/ y repito sonidos que heredé sin quererlo/ y es mi roce en su uso mi paso por la historia». El blanco y negro de las ilustraciones dota al conjunto de un aire melancólico, de un fulgor de antaño, que aún permanece ilusionante y cercano: perfiles de un tiempo que se arremolina en la imprecisa exactitud del ser humano: «Yo, que he llegado tarde a tantas vidas,/ hoy me acerco inseguro/ a la desvencijada miranda de los sueños».

Desde lo más alto de ese paraje, Jesús Munárriz -con la inestimable ayuda de su mujer, Maite Merodio-, fue poniéndole tenaz empeño y certero tino, a una editorial que ha mantenido el rigor a lo largo y ancho de su lírica singladura. Dos tercios de sus publicaciones están dedicados a la poesía -también tienen cabida la narrativa, el ensayo, la poesía infantil -, con un catálogo en el que caben autores de más de cincuenta nacionalidades y veintisiete idiomas. Las Poesías Completas de Cavafis supusieron el pistoletazo de salida y entre tanto, vates de toda índole han ido configurando el listado hiperoniano: de habla hispana -Rafael Alberti, Francisco Pino, Delmira Agustini, Gonzalo Rojas, Rafael Pérez Estrada, José Hierro, Leopoldo de Luis, Carlos Murciano, Joan Margarit, Raúl Rivero, García Montero -e internacionales, en su mayoría en versiones bilingües, como Horacio, Hölderlin, Novalis, von Kleist, Heine, Rilke, Brecht, Pushkin, Ajmátova, Szymborska, Seifert, Wilde, Shakespeare, Shelley, Stevenson, Heaney, Plath, Hughes, Pessoa, Andrade, Leopardo, Vian, Laforgue, Ibn Ezra, Kobayassi, Elytis -. Clásicos y modernos, en suma, autores de ayer y de hoy, unidos por la devoción y el amor a la palabra poética.

«Por medio de cifras cabe demostrar cualquier cosa», dejó escrito el historiador y ensayista escocés Thomas Carlyle. Aunque para los que vivimos las letras, los números nos sean menos propicios, estos 500 títulos de poesía llevan en sus adentros el aroma y la autenticidad de una labor encomiable, digna y ojalá que muy, muy duradera. Así sea.