MUNDO

Indignación en EE UU al darse por salvados a 12 mineros que habían muerto

Una defectuosa comunicación entre los servicios de rescate de la explotación de Virginia dio lugar al error

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Primero, todo un día de tensión y pesimismo. Luego, júbilo inesperado. Después, dolor e indignación. Estos fueron algunos de los sentimientos que azotaron contradictoriamente a los familiares de 12 mineros que en la madrugada de ayer celebraron durante tres horas lo que resultó ser la falsa noticia de que sólo uno de los trece hombres habían perecido en el accidente ocurrido a primera hora de la mañana.

«El gobernador llegó y dijo: 'Os prometí que os iba a decir la verdad, y eso es lo que voy a hacer: hay un superviviente», recordó John Casto, que estaba en la iglesia con las familias mientras esperaban la llegada de sus seres queridos.

La noticia de que estaban siendo alimentados y revisados por los equipos médicos, y que entrarían por la puerta en cualquier momento, había sido ya tan celebrada que nadie quiso creer la nueva versión. «Todo el mundo se quedó parado porque no lo entendieron, sólo un par de ellos lo captó y empezaron a maldecir», relató el vecino de Tallmasnsville (Virginia occidental), con el rostro encogido por el dolor. «¿Qué ha dicho?», preguntaron. «Que hay doce muertos y sólo uno vivo», repitió el gobernador Joe Manchin, para escalofrío de todos.

La escena que siguió a tan cruel anuncio fue descrita por una empleada de la Cruz Roja como caótica. «Hubo gritos de furia, llantos histéricos, maldiciones y hasta peleas», relató. Uno de los mineros tuvo que ser contenido por sus compañeros al querer pegarle a un empleado de International Coal Group, compañía propietaria de la explotación. Otros, como el sobrino de Terry Helm, cuyo tío había sido dado por muerto desde el primer momento, se fue asqueado.

Furia

«Minutos antes daban gracias a Dios por haber escuchado sus oraciones y haberles concedido doce milagros. Después, lo injuriaban y preguntaban qué había hecho Dios por ellos, sin valorar que al menos uno de los milagros era cierto. La querían pagar con los equipos de rescate que habían arriesgado su vida para salvarlos», dijo el joven. «Cogí a mi novia y a mi hermana y nos largamos de allí inmediatamente».

Las 41 horas que duró la pesadilla de esta aldea minera fueron transmitidas en directo por las televisiones como si fuera un reality show. En la CNN, un enorme marcador contaba las horas y minutos transcurridos desde las 6.30 de la mañana, en la que la explosión hizo temblar las casas. El presentador recordaba que con cada minuto disminuían las esperanzas de encontrarlos con vida.

Los equipos de rescate habían hallado en el interior de la mina un alto índice de monóxido de carbono que, dependiendo de la concentración, puede resultar mortal en 15 minutos. Los mineros sólo portaban oxígeno suficiente para sobrevivir una hora.

El primer cadáver que se encontró fue el de Terri Helms, jefe del equipo, que aparentemente murió a causa de la explosión. La aparición de un vagón vacío reveló que el resto había logrado escapar hacía alguna otra parte de la mina donde creyeron poder sobrevivir hasta que llegaran a rescatarlos. La comunidad empezaba así el doloroso viaje de emociones en el carrusel de los altibajos.

«¿Milagro!»

El punto álgido de la noche fue cuando alguien llegó a la iglesia gritando «¿Milagro! ¿Están vivos!». Como la noticia había sido oída en el centro de comando, nadie la dudó. Una de las muchas versiones que explican el malentendido sostiene que la comunicación a través de un teléfono móvil, con alguien de los equipos de rescate que hablaba con una máscara de gas en la boca, decía haber encontrado a doce hombres a los que se les estaban revisando sus signos vitales. Presumiblemente, de ahí partió la falsa asunción de que estaban vivos.

Según Anna Casto, prima de uno de los fallecidos, el propio presidente de la compañía minera, Ben Hatfield, explicó después a las familias que estaban siendo revisados por los equipos médicos y que les llevarían a la iglesia en una hora. A las tres horas, las esposas habían preparado la declaración de amor eterno con que los recibirían y los niños habían salido de la cama para abrazar a sus padres, sin imaginar la bofetada de crueldad que les esperaba.

Sin que se sepa con certeza el verdadero origen del malentendido, nadie pagará por ello, aunque la empresa todavía tendrá que hacer frente a las causas de la explosión. Sólo en 2005, esta mina sufrió 15 desprendimientos y tuvo más de 200 infracciones.