LA HOJA ROJA

Cuando llegue septiembre

Hacer de agosto un eterno domingo es una prueba más de la inmadurez social que estamos padeciendo y de la que se están contagiando hasta los más resistentes

De los creadores de todas las citas motivacionales – y redundantes- que circulan por las redes, llega la gran reflexión de este final del verano, la que pone de manifiesto que, si no habíamos perdido todavía el norte, nos falta muy poco para alcanzar el objetivo. ... Ahora les ha dado por decir a los influencers y a los que no lo son tanto -usted lo ha visto, igual que yo- que agosto es el domingo de los meses del verano que, según este silogismo ramplón, junio es el viernes y que julio es el sábado, y que, conforme van pasando los días de agosto, el cuerpo va necesitando menos cervezas y menos terrazas y que hasta va apeteciendo una rebequita y un puchero con los avíos de una nostalgia impostada y desconocida. Ahí están, los que ya sacan la ropa de otoño porque ha saltado el poniente –debe ser que no se acuerdan del calor que han pasado este mes-, los que se compran rotuladores y cuadernos nuevos como si fueran a volver al cole, los que se han apuntado al gimnasio y ya tienen todo preparado para mañana –eso les dura poco, está estudiado-, los que han dado por finalizada la temporada de baños aprovechando las banderas rojas de esta semana…los melancólicos de los domingos. Y aunque lo de los domingos –el «Sunday Blues» que dicen los pedantes- está demostrado y parece que hasta tiene una explicación psicológica que se basa en la ansiedad que produce anticipar el estrés de la semana, las tareas pendientes o la falta de motivación, hacer de agosto un eterno domingo es una prueba más de la inmadurez social que estamos padeciendo y de la que se están contagiando hasta los más resistentes, que ya se están quejando de lo largo que está resultando agosto.

Y no tienen razón, porque agosto ha estado muy entretenido entre el calor y las marejadas de fondo. Entre conciertos, carnaval, fiestas de los barrios, cines de verano, pachanga futbolera, actividades frenéticas en las playas, mercado andalusí –o lo que sea-, salidas ordinarias y extraordinarias de cofradías, besamanos magno, autobuses sin aire acondicionado… nada que ver con una tarde de domingo. De eso sabe mucho el turismo que nos visita, y también lo sabe el presidente de Horeca al que ningún turista –eso dice- se le ha quejado de lo de los autobuses «porque vienen con su vehículo propio». No dice, claro está, que aparcan en zona verde, o en zona naranja porque lo de los residentes les importa bien poco y porque la multa suele ser más económica que un parking, pero esa es otra cuestión. Una cuestión que solo «afecta a la ciudadanía». Como si la ciudadanía estuviera de adorno en la ciudad. Y no, no voy a quejarme más, porque no sólo pienso que agosto no es un domingo, sino que estoy convencida de que septiembre, como decía el eterno Capitán Veneno «es el mes del pasodoble», mucho más que un lunes, mucho más que enero, mucho más que un estribillo.

Lejos queda ya ese septiembre que parecía un lunes de coros de los de antes, con la playa para los gaditanos –y gaditanas-, con los atardeceres largos de poniente y colores impensables. Desde hace un tiempo a esta parte –que diría Drexler- septiembre es algo más que una prórroga del verano. Piénselo, o mejor ni lo piense, para que no le vaya a entrar la ansiedad de que esto no va a acabar nunca; pero échele un vistazo al calendario. Verá. Aún no han recogido los tenderetes del mercado andalusí –o lo que sea- y al Nazareno le quedan días para volver a su casa, cuando ya tenemos encima la nueva programación lúdico-festivo-cultural para todo el mes.

Abróchese el cinturón porque vienen curvas y apretadas. Esta misma semana tendrá lugar la XXX edición del Festival de Folklore Ciudad de Cádiz, felizmente recuperado después de un viento de trece años que no siempre ha sido demasiado agradable; a continuación tenemos la Regata Globe40 –yo tampoco sé lo que es- que se pisa con el III South Festival que se celebrará entre el 12 y el 17 de septiembre, para dar paso solo dos días más tarde a la edición romana del «Orgullosos de nuestra historia» que se inaugura el mismo día que la programación del Teatro Falla, con María Pelae y todo vendido. De romanos estaremos hasta el día 28, coincidiendo, eso sí, con Alcances y con la vista puesta ya en la Sail GP que se celebra el primer fin de semana de octubre, junto con el FEMANCA, el festival manga de toda la vida.

Sí. Yo también me canso solo de leerlo. No sé a quién se le ha ocurrido lo del domingo, pero si es cierto, septiembre viene como un lunes de treinta días. A ver si sobrevivimos.

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