OPINIÓN

Tsunami gaditano

Todos conocemos el terremoto de Lisboa, que arrasó media España en 1755 y que en Cádiz, por más que se compartan videos de TikTok diciendo lo contrario, fue más visual que mortal

Si esta mañana te suena (o te ha sonado) el ES-Alert no te asustes: es un simulacro de maremoto. Una forma de hacernos ver cómo debemos actuar cuando llegue la ola de marras. Y esa ola, puede estar por llegar. Nuestra historia está más ... que marcada por las subidas del mar. Todos conocemos el terremoto de Lisboa, que arrasó media España en 1755 y que en Cádiz, por más que se compartan videos de TikTok diciendo lo contrario, fue más visual que mortal; pero también la gran ola del siglo XVII, o los que hemos ido teniendo anteriormente y que han ido creando una suerte de mitología propia.

En esos mitos, el que más me gusta es el de la Casa del Dam-Tum. Una leyenda musulmana en la que se habla del rey de San Pedro y de cómo el mar y los atunes entraban en una almadraba «natural» formada en una gran cisterna que se encontraba en la ciudad. Su esposa, la reina, queriendo mayores riquezas, le conminó a abrir aún más el canal que llegaba a la cisterna. Y el rey, necesitando heredero varón, aceptó la acción a cambio de que la reina volviese a yacer con él. El problema fue que, al hacerlo, el agua entró en la cisterna con demasiada fuerza, desbordándola y hundiendo gran parte de la ciudad para siempre.

Curiosa también es que la primera ciudad creada en la América continental fue Nueva Cádiz, allá por 1500. La ciudad, desgraciadamente, padeció los mismos males que su hermana mayor y la que pudo ser la ciudad más antigua de América terminó sucumbiendo a un maremoto en 1541. Y un siglo después pudimos ser nosotros los que acabásemos bajo las aguas.

Por suerte, no fue así, y hoy podremos sufrir / disfrutar del simulacro de maremoto. Que nos marcará un lugar en el que refugiarnos en caso de no tener a mano una cuarta o quinta planta: el Estadio. Y está bien que sepamos lo que hay que hacer. No en vano, en el maremoto de Lisboa, la curiosidad mató al gaditano. Los que se acercaron a ver qué ocurría y los que huyeron a la Isla de León nadaron junto a la Parca. El resto siguió con su vida. El saber, en este caso, salvó vidas.

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