Tanta paz lleven
En un nuevo intento de tomarnos por tontos, Kichi y Teresa tratan de justificar su salida de la política con aquello del compromiso adquirido. Ellos saben que no es así
Definitivamente, nos quieren tomar por tontos. La pareja, digo. Kichi y Teresa. Ambos dos han anunciado que se retiran de la política por aquello del compromiso, de los ocho años, de cumplir su palabra y bla bla bla. Ni ellos se lo creen. Pero por lo visto hay un montón de gente que sí. En estos días hemos leído y oído muchas alabanzas hacia ellos. Hasta tal punto está emponzoñada y devaluada la política que cumplir un compromiso adquirido se percibe como el mayor de los méritos posibles, cuando debería ser lo habitual. Pero es que en este caso no es, ni de lejos, por un compromiso con 'la gente', ni por dar ejemplo ni nada que se le parezca. Es una decisión, en ambos casos, absolutamente personal. Es una situación muy similar a la de Pablo Iglesias, que renunció a la vicepresidencia del Gobierno para dedicarse a dar la matraca en los medios de comunicación afines y en redes sociales. Y es que, en realidad, Pablo –como Teresa y como Kichi– son más activistas que políticos. Lo que de verdad les llena no es gobernar. Dirigir una ciudad, o un ministerio, es frustrante para ellos, porque les ata de pies y manos. La realidad de la burocracia, las leyes, la limitación de los presupuestos, la falta de ideas tangibles, de proyectos concretos... les impide hacer realidad lo que sueñan en sus delirios de grandeza. Aquello tan tozudo de la realidad frente a las utopías. Es mucho más fácil decir barbaridades, expandir su absurda y trasnochada ideología de extrema izquierda desde un megáfono o el micrófono de un canal de Youtube. Ahí no hay límites para desfogar.
Sería muy ingenuo creer que Kichi se va a dedicar de aquí a su jubilación a dar clases en un instituto. Quizá lo haga un tiempo, para cubrir el expediente, pero en cuanto pueda volverá a convertirse en liberado sindical para darnos a todos lecciones sobre la educación pública y demonizar a alumnos y profesores de la concertada. No les digo ya de los colegios cien por cien privados. Exactamente igual que Teresa Rodríguez–Rubio, que de un día para otro ha sumado cuatro más cuatro y ha caído en la cuenta de que ya lleva más de ocho años en política. De hecho lo ha sobrepasado con creces y lo sabía perfectamente cuando se presentó a las elecciones andaluzas el pasado mes de junio. De ahí lo de tomarnos por idiotas. Sólo ella sabe por qué no lo anunció entonces y renunció a ser candidata. Pero no lo explica a las claras, porque no hay explicación coherente posible. Lo que hizo al presentarse fue estafar a los que la votaron, que para más inri seguro que la justifican, cuando les ha dado la misma 'coba' que le dio Macarena Olona a los de Vox. Y Kichi también trata como retrasados mentales a sus fieles. En aquella sonada entrevista en la que afirmó que «si no encuentro a nadie mejor que yo seguiré cuatro años más» estaba absolutamente convencido de que iba a hacerlo. De que seguiría. Y ahora, en otra nueva entrevista de la semana pasada, asegura que nunca fue así, que lo dijo para «distraer a los periodistas». Lo que les digo, como a tontos.
Sea como fuere, lo cierto es que Kichi y Teresa se retiran a sus cuarteles de La Viña. Después de ocho años en los que no han aportado nada concreto, tangible, a la política. Ni en Cádiz ni en Andalucía. Palabrería, mucha. Confrontación, por kilos. División, toda la quiera y más. Pero de aquello que tanto repiten de «mejorar la vida de la gente», nada de nada. A partir de ahora, tiempo al tiempo, se dedicarán a lo que siempre les ha gustado de verdad. A lo que les llevó a querer dar el salto a las instituciones en las que se han estrellado. Al activismo, al griterío. Habrá que escucharles como a un perrito que ladra. Molestan, por intensos, pero no muerden. Porque afortunadamente para todos, estarán fuera del Ayuntamiento de Cádiz y del Parlamento de Andalucía. Tanta paz lleven como descanso dejan.
