La purga en RTVE

Afirmó el nuevo Ejecutivo que existía una urgencia por devolver la neutralidad a la televisión pública y que se ponía efectivamente a esa tarea

Pedro Carreño Ernesto Agudo

ABC

Afirmó el nuevo Ejecutivo que existía una urgencia por devolver la neutralidad a la televisión pública y que se ponía efectivamente a esa tarea. No mintió . Pero lejos de ese resultado de mejora del pluralismo, la administración provisional del ente, encomendada a Rosa María Mateo, ha emprendido una purga dentro de los servicios informativos de tal manera que, en solo unos días, ha sustituido a los responsables (jefes, editores y hasta presentadores) de los distintos espacios. Naturalmente, no se han tenido en cuenta trayectorias ni éxitos profesionales, sino que se ha hecho tabla rasa intuyendo, seguramente, una no afinidad ideológica a los nuevos rumbos «progresistas» de la «España más digna» y demás monsergas manejadas por el nuevo Gobierno para justificar su llegada a La Moncloa sin pasar por las urnas. Esta depuración tiene lugar siendo TVE líder indiscutible de audiencia en informativos o habiendo llevado a cabo los profesionales destituidos espectaculares incrementos de audiencia en sus respectivos espacios. ¿Es más plural y más escrupulosamente neutral la RTVE de la era Sánchez? Pues los comienzos no invitan a presumir que así vaya a ser, toda vez que, por ejemplo, la gran pitada de ciudadanos al presidente del Gobierno hace dos semanas, en su primer paseo por la calle, no mereció ni una simple referencia en los telediarios de la era Mateo. Estudiando la composición del frustrado consejo de administración del ente que se intentó nombrar tampoco parece que brille el pluralismo, pues había hasta excandidatos de Podemos y personas que se han distinguido por críticas feroces al PP.

Esta «operación limpieza» en Torrespaña recuerda bastante a lo ocurrido con las decenas de embajadores removidos de sus puestos o cuyos nombramientos fueron paralizados en bloque aunque ya habían obtenido el plácet. Parece que el llamado «Gobierno bonito», encastillado en un sectarismo que causa bochorno, tiene la purga preventiva como procedimiento.

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