Una imagen de la película, en el famoso «cuarto rojo»
Una imagen de la película, en el famoso «cuarto rojo»

«Cincuenta sombras de Grey»: el negocio del morbo

A rebufo del tirón de los best-seller eróticos de E. L. James, la película genera una expectación sin precedentes

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«Una provocación bastante suave en esta era saturada de porno». Las palabras de Justin Chang, crítico de Variety, el pasado miércoles, cuando salieron en Estados Unidos las primeras críticas, comenzaban a desmontar el mito de que la adaptación a la pantalla de « Cincuenta sombras de Grey» rompería moldes y escandalizaría al público con su historia de sadomasoquismo y prácticas sexuales radicales, llevadas a cabo por un millonario fetichista y una tímida becaria.

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Nada más lejos de una aguada realidad. «Nunca pretende ser otra cosa que lo que realmente es: porno blando para las mujeres», valoraba el «New York Post» en su reseña. «Las escenas de sexo en 'Cincuenta sombras de Grey' son numerosas, largas y sinceras, pero no son obscenas», matizaba Jordan Hoffman en «The Guardian».

En definitiva, lo que ya había advertido la directora, Sam Taylor-Johnson: que, aunque le había costado más de una pelea con E. L. James, la autora del best-seller erótico en el que se basa la cinta, se había empeñado en crear una película más elegante que morbosa; más romántica que volcánica. Sin ir más lejos, el pasaje más polémico de la novela se había eliminado.

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Pero el mito, alimentado por los 100 millones de ejemplares vendidos de los tres libros, a su vez no tan escandalosos como cabe pensar, estaba asentado con fuerza. Y jugó a favor de la promoción de la película. Que, directamente, se vendió sola. Y de qué manera. Cuando faltaba una semana para su estreno, este pasado viernes, en España ya se habían vendido de forma anticipada 180.000 entradas. 3 millones en todo el mundo.

Universal Pictures, el estudio tras el ansiado taquillazo, optó en nuestro país por no realizar los acostumbrados pases previos para la prensa, contribuyendo a esa aura de misterio y curiosidad. El número de salas que proyectan «Cincuenta sombras de Grey» en nuestro país se disparó hasta las 850. Las primeras estimaciones apuntan a que la taquilla superará los 90 millones de euros en todo el planeta en su primer fin de semana. Y es más que probable que esos cálculos se queden cortos.

Kardashian, bricolaje y látigos

Mientras se difundían informaciones que aseguraban que la cinta sería la más picante de la última década, sobre el tablero se iban derramando otras piezas que iban decantando la partida hacia una promoción sin precedentes. La película no tuvo que hacer demasiado ruido, apenas un elegante preestreno el jueves en la Berlinale, porque la expectación ya la disparaban el morbo y otros agentes.

Por ejemplo, las celebridades. No parece casual que Kim Kardashian viera la película días antes de su estreno para que pudiera transmitir a sus casi 29 millones de seguidores en Twitter que le había entusiasmado. Otra figura pública, la cantante Beyoncé, pudo presenciar con más antelación incluso cierta escena. No lo contó ella, sino la directora, pero el efecto fue el mismo.

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Mientras se acercaba el día del estreno se sucedían noticias totalmente ajenas a lo cinematográfico, pero que iban alimentando la hoguera: una sala de EE.UU. prohibía ir a ver el filme con látigos y cuerdas; las cadenas de bricolaje del Reino Unido alertaban de que podían quedarse sin existencias ante el aluvión de fans deseosos de emular a Christian y Anastasia; se daba a conocer que la venta de juguetes sexuales y artículos similares había aumentado de forma nada casual...

Trilogía... con suspense

De forma conveniente, el fin de semana previo al estreno la directora, Taylor-Johnson, revelaba en un encuentro con fans que sí, que habría secuelas, que se adaptarían las tres novelas de James. Algo previsible, pero que nadie había querido confirmar, por aquello de mantener el suspense.

Taylor-Johnson será quien dirija el segundo capítulo, y es de esperar que regresen (lo contrario sería una sorpresa mayúscula) en sus papeles tanto Johnson como Dornan. La hija de Melanie Griffith no solo acapara las mejores críticas (casi las únicas entusiastas), sino que apunta a un nivel de estrellato mucho mayor que el de su compañero. Entre otras cosas, se encargará de presentar un Oscar, cuando hace unos meses era casi una desconocida.

Son los beneficios de poner rostro a una de las películas que han generado más revuelo en los últimos meses. El nivel de expectación solo puede compararse, tal vez, con el que precederá al lanzamiento de «Star Wars: El despertar de la fuerza». Aunque la séptima entrega de la saga galáctica no podrá jugar la baza del morbo.

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