EL MISTERIO DEL SAN TELMO

La historia del San Telmo: Desde Cádiz para descubrir la Antártida

La historia se reescribe casi dos siglos después; los tripulantes españoles del San Telmo fueron los primeros habitantes del continente helado

Ilustración del San Telmo en las costas heladas de la Antártida. Fundación Polar Española

JOSÉ MARÍA AGUILERA

Mientras en otras tierras se dedican a glosar sus heroicidades e incluso a exaltar sus fracasos, la acomplejada España esconde sus logros como quien tapa sus vergüenzas por miedo a ofender. La Gran Bretaña se apropió desde los inicios del Siglo XIX del descubrimiento del último continente, el territorio helado de la Antártida . Pero la historia, obstinada, tiende a decir la verdad tarde o temprano y tan sólo hay que prestarle oídos.

Los navegantes que descubrieron la Antártida formaban parte de la tripulación de un navío español y partieron del puerto de Cádiz . Desde Cádiz a los confines del planeta. Una investigación puesta en marcha desde los 90 y reactivada en las últimas fechas recoge las huellas de una gesta envuelta en el silencio; simplemente porque nadie volvió para contarlo.

Este navío de línea de 74 cañones formaba parte de la expedición española que partía hacia Callao, en el Perú, para sofocar las continuas revueltas contra el Rey. Abandonaba el puerto de Cádiz el 11 de mayo de 1819 con Rosendo Porlier al mando , uno de los veteranos de la Batalla de Trafalgar. Años de decadencia del imperio español, gigante con pies de barro que observaba como el tesoro de sus colonias americanas se le escapa sin remisión de entre las manos.

Así era el San Telmo.

El San Telmo zarpó, acompañado de la 'Primorosa Mariana', 'Prueba' y 'Alejandro I'. «Adiós, probablemente hasta la eternidad...» , aventuraba el pesimista brigadier al confesarse ante el Capitán de Fragata Francisco Espeliús. Y nunca arribó a su deseado destino. El 2 de septiembre se perdía la pista en su intento de doblar el Cabo de Hornos , al sur del continente americano, golpeado por las tormentas en el paso de Drake (o Mar de Hoces) y desapareciendo en latitud 62º Sur y 70º Oeste de longitud. 644 tripulantes quedaban a la deriva guardando para sí un misterio que se mantenía durante más de un siglo. Curioso destino para el San Telmo, cuyo nombre refería al patrón encargado del auxilio de los navegantes.

El mar se tragaba su silueta ese 2 de septiembre. «Cabe dudar en que el navío pueda haber remontado el cabo y si lo hubiera conseguido es de recelar una arribada en los puertos de Chiloé o Valdivia a repararse», informaban desde la 'Primorosa Mariana' en su última mirada. Tres años después, el Rey resolvía el naufragio ante la falta de noticias y las pocas esperanzas de salvación, echando tierra sobre el agua y el hielo. Una placa en el Panteón de Marinos Ilustres de San Fernando (Cádiz) mantiene viva esa llama.

La investigación arqueológica reescribe la historia

Pero el mar, casi todo lo que traga lo escupe . Dos siglos después, un proyecto arqueológico hispano-chileno, encabezado por el profesor Manuel Martín-Bueno , regresaba al camino señalado en busca de su senda. Se amparaban en los documentos escritos precisamente por los 'enemigos' de entonces, los ingleses de su Graciosa Majestad.

Tres meses después de la desaparición del San Telmo, el capitán William Smith llega a la Isla de Livingstone e informa en su cuaderno de navegación del hallazgo de los restos de un navío español que habría naufragado. Las autoridades británicas obligan a hacer desaparecer de nuevo este 'barco fantasma', pero en las propias cartografías estos marinos, hombres de honor, registraron un islote con el nombre de Telmo en recuerdo de las víctimas.

El pasado año, su hija Elena Martín publicó la tesis ' Tras las huellas del San Telmo', profundizando en la labor de documentación y datación. Sobre el terreno encontraron restos de madera de roble europeo, la mejor madera escogida por los astilleros de Ferrol para la construcción del navío; también huellas textiles y hasta un trozo de calzado, una sandalia, impropia de los foqueros y balleneros que poco tiempo después aparecieron por la zona borrando parte de sus vestigios. Testigos de una aventura que se encontraron sin buscarla.

Detalles de los restos encontrados en la expedición. F. P. E.

Destacan indicios de asentamientos , en acantilados donde se intentaban proteger del frío que se apunta como motivo principal de la muerte de aquellos pocos que sobrevivieron al naufragio. El propio William Smith recogía en sus escritos una cantidad llamativa de huesos de animales, incluido de cerdo (que solían llevar en las embarcaciones), que habrían servido de sustento a estos primeros moradores de la Antártida.

La Fundación Polar Española ha puesto en marcha a su vez el 'Proyecto San Telmo 1819-2019' para encontrar con medios electrónicos, robots submarinos y la inmersión de submarinistas los restos del barco en la conmemoración de su bicentenario. A su vez, el escritor Alber Vázquez ha recogido las evidencias de esta realidad y las ha novelado en 'Muerte en el hielo', donde rescata esta historia.

Empeño en recuperar una página olvidada, una pequeña línea de la historia que otorga su lugar a esos ingenuos héroes que terminaron por descubrir la Antártida con el coste de su propia vida. Un recuerdo merecido. Probablemente, hasta la eternidad.

Expedición a la Antártida en el año 1993. F. P. E.

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