El senador de EE UU James Mountain, segundo por la derecha, comparte almuerzo con oficiales en la 'zona verde' de Bagdad. / AFP
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Bush reúne a su 'gabinete de guerra' para impulsar una nueva estrategia en Irak

El presidente de EE UU dice al Gobierno de Bagdad que la muerte de Al-Zarqawi permitirá revisar los planes de paz Al-Muhajer sustituirá al líder terrorista desaparecido

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La élite del Gobierno de Estados Unidos se reunió ayer en la residencia de vacaciones del presidente para revisar la situación en Irak, a la luz de los últimos acontecimientos. El Ejecutivo de Bagdad participará por videoconferencia en la cumbre de dos días.

La Administración Bush quiere aprovechar la oportunidad que se ha presentado con la formación del nuevo Gobierno iraquí y la muerte del líder de Al-Qaida, Abú Musab al-Zarqawi, para relanzar las posibilidades de pacificar el país del golfo Pérsico. Los analistas recogen que el optimismo que resultó de las primeras elecciones democráticas, celebradas en diciembre pasado, se ha diluido a lo largo de los seis meses de difíciles negociaciones que ha costado formar Gabinete.

Asimismo, la cautela con la que Washington rebajó las expectativas de que la muerte de Al-Zarqawi reduzca la violencia ha sido resaltada por los medios de comunicación, lo que pone de manifiesto la utilización que hacía el Gobierno americano del papel de Al-Qaida para justificar la guerra. El diario 'The Washington Post' estimaba el año pasado que los extranjeros representan menos del 10% de la insurgencia, y Reuters no atribuía ayer a la red terrorista ni siquiera el 5% de los atentados ocurridos en Irak. Eso sí, todos coinciden en que son los más sangrientos y espectaculares.

La Casa Blanca ha advertido que nadie debe esperar que de la cumbre de Camp David salga un anuncio para reducir las tropas, un clamor renovado con la muerte del terrorista jordano e incluso anticipado por el mando militar americano en Irak.

«Creo que mientras las fuerzas de seguridad continúen haciendo progresos, el Gobierno de unidad siga operando de esta forma y el país se mueva hacia adelante, podremos ver una reducción continúa y gradual de las fuerzas de la coalición en los próximos meses y el año que viene», dijo el domingo el general George Casey.

El comandante de las fuerzas estadounidenses en Irak, que ayer participó en la videoconferencia con Camp David, anticipó que no pediría al presidente más tropas, aunque si considera reagruparlas en Bagdad para mejorar la seguridad de la capital.

El portavoz de la Casa Blanca, Tony Snow, definió la cumbre como una oportunidad para que los ministros iraquíes recién nombrados hablen directamente con el Gobierno estadounidense y replanteen las necesidades del país. La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el de Defensa, Donald Rumsfeld, informarán esta tarde al Congreso del resultado de esas conversaciones.

Un desconocido

Un punto clave era la sucesión de Al-Zarqawi, con la que Al-Qaida sorprendió ayer a propios y extraños al anunciar el nombramiento de Abú Hamza al-Muhajer en un website frecuentado por extremistas islámicos. El nuevo líder de la red terrorista en Irak era definido por la organización como «un buen hermano, con una historia en la yihad y muchos conocimientos». Su nombre resulta desconocido para todos los expertos y no coincide con el de Abú al-Masri, a quien el general William Caldwell había nombrado como el «más lógico» para la sucesión.

El analista en temas de terrorismo islámico Evan Kohlmann aseguró ayer que como mínimo el nuevo líder terrorista nunca ha sido nombrado en ninguna de las informaciones propagandísticas de Al-Qaida, ya sea vídeo, texto o comunicado. «Que yo sepa, ni las fuerzas militares estadounidenses ni las de la coalición multinacional le han citado jamás como una figura importante dentro de la red», dijo.

La única pista sobre su identidad la da su apodo, Al-Muhajer, que se traduce como 'el inmigrante', en referencia a su origen no iraquí, y su experiencia en la yihad, que permite suponer su lucha en Afganistán. Su primera misión será la de continuar la labor de Al-Zarqawi y «sacudir al enemigo hasta quitarle el sueño», como prometen los comunicados.

Mientras, la autopsia realizada a su antecesor reveló ayer que Al-Zarqawi vivió 52 minutos tras la explosión, pero falleció víctima de heridas internas producidas por la onda expansiva, que le habían llenado los pulmones de sangre. No hay rastro de disparos o golpes, como se había sugerido.