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Guantánamo reducirá los beneficios de los presos para Evitar suicidios

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Cada dos minutos uno de los guardianes de Guantánamo recorre los pasillos de la prisión arriba y abajo, obligado a establecer contacto visual con cada prisionero. En la madrugada del sábado, el vigilante de turno observó en la cama el bulto de lo que presumió era el cuerpo de uno de los reclusos, sin saber que éste se ocultaba tras la ropa tendida para preparar su ahorcamiento.

Así es como fuentes militares describieron a 'The New York Times' la estrategia que permitió a dos saudíes y a un yemení convertirse en los primeros prisioneros que lograron acabar con su vida en la prisión de alta seguridad de Guantánamo. Otros 26 lo habían intentado un total de 41 veces en los últimos cuatro años.

Ninguno pasaba de los 30 años. Yaser Talal Abdalá Yahaya tenía 17 cuando los estadounidenses le detuvieron en Afganistán, según su padre. Trabajaba allí con una organización de caridad islámica. El Gobierno de Estados Unidos le describe como «un luchador en la primera línea de los talibanes», pero no había presentado cargos contra él ni contra los dos hombres con los que aparentemente sincronizó su suicidio.

Los tres suicidados tenían su celda de 2 por 2,5 metros en la misma hilera, pero no eran contiguas. Tenían, sin embargo, una valla metálica por pared para facilitar la vigilancia y que pudo hacer posible la comunicación. Entre los prisioneros se había corrido un rumor, descrito por los militares como «místico», de que la liberación requeriría la muerte de tres de los presos.