GANADOR. Rafa Nadal posa con el trofeo obtenido el domingo en la final de París.
Polideportivo

Nadal, la leyenda del invencible

El doble campeón de Roland Garros aúna en un físico diez una cabeza privilegiada

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Sesenta partidos seguidos ganados en tierra batida y no se vislumbra en el horizonte próximo a ningún jugador que pueda hacer sombra a Rafael Nadal en esta superficie. Nadie se acerca ni de lejos a las virtudes que le convierten en invencible. Es una máquina perfecta: una mente diez, en un cuerpo diez.

LA CABEZA

Concentración

Emilio Sánchez Vicario, ex jugador, entrenador y capitán de la Copa Davis, lo tiene claro: «Lo que marca diferencias es su concentración. Toda su fuerza se sitúa en su cabeza. Jamás se rinde. Siempre encuentra un motivo para seguir en la batalla. Y encima, todo lo positiviza». Alex Corretja, finalista de Roland Garros en 1998 y 2001, incide en este aspecto: «Cuando yo llevaba diez o doce partidos ganados de forma consecutiva, estaba muerto. No tanto física, como mentalmente. Necesitaba parar, desconectar. Rafa, no. Nunca quiere descansar, siempre quiere más. Tiene una ambición sin límites».

LA INTIMIDACIÓN

Sus gestos dejan ver quien manda

Su actitud en la pista siempre es exquisitamente correcta y, sin embargo, todos sus gestos, consciente o inconscientemente, dejan claro que el que manda es él. Cierra el calentamiento con unos sprints salvajes de un lado a otro de la cancha. Siempre obliga a su rival a esperarle para empezar el partido. Nunca elige el saque en el sorteo cuando lo normal es asegurarse el servicio. Imprime desde el primer segundo un ritmo endiablado. «Muchos partidos ya los empieza ganando en el primer juego, que suele abrir con un break. No son pocos los que se rinde ahí. Frente a él los rivales no disputan un partido de tenis, tienen la sensación de ir a la guerra» sentencia Javier Duarte, director técnico de la Federación Española.

EL FÍSICO

Las mejores piernas del circuito

Lo dijo Mathieu al salir derrotado tras casi cinco horas de partido: «No ha nacido todavía el tenista que pueda ganar a Nadal corriendo en una pista».

Lo subraya Arantxa Sánchez Vicario, una campeona que labró su fama a golpe de garra: «No he visto unas piernas como las de Rafa en la vida. Me recuerda mucho a mí misma esa capacidad de llegar a todas las bolas y devolver hasta las más increíbles. Hay que estar muy de forma, pero también hay que haber nacido con ese don».

Su recuperador, Juanan Martorell, es el que mejor conoce el misterio de esos músculos privilegiados: «Morfológicamente no es un chaval de 20 años recién cumplidos. Es un adulto. Lo que marca las diferencias con el resto de los jugadores es su coeficiente velocidad/reacción».

«Además -prosigue- trabaja en cada entrenamiento siempre al máximo y eso luego se nota en la pista». Y encima «la calidad de su masa muscular es extraordinaria, lo que explica que no tenga casi lesiones. No hay que olvidar en todo esto la genética, toda su familia está llena de portentos físicos, empezando por su tío Miguel Ángel, ex internacional español de fútbol».

SU JUEGO

La defensa más ofensiva

Ha reinventado el tenis sobre tierra. No existe, aunque parezca una contradiccción un juego defensivo -su gran fuerza-, más ofensivo que el suyo. Nadie ocupa más pista que él. Nadie llega donde él ni a su velocidad. Nadie salva lo que él salva. Y nadie fabrica golpes ganadores con sus passings en situaciones tan adversas.

Corretja lo ha analizado con lupa y ha llegado a una interesante conclusión: «En el lado del revés, defiende con un fuerte apoyo de la pierna derecha, y no de la izquierda como lo hacen casi todos los zurdos. Lo consigue porque posee unos cuádriceps de acero y puede aguantar el desgaste. Es decir que lo defiende como un diestro que pegara un drive, y así puede volver inmediatamente al centro del terreno y gana un tiempo enorme. Y por el lado del drive, con el tiempo que ha ganado, llega sobrado para conectar, no un simple golpe de devolución, sino, un ganador. Nadie hace algo parecido». Además, su coordinación ojo-mano resulta alucinante. Ve la bola muy pronto, antes que todos. Eso le permite anticiparse. «El mejor ejemplo, -insiste Corretja-, es el passing de drive. No es un golpe que se trabaje, es puro instinto. El lee el partido como nadie y sabe en cada momento dónde colocar la bola».

EL PESO DE SUS BOLAS

Destroza el revés de sus rivales

La derecha es el arma más terrible de Nadal. Es perfecta para la tierra. Pone en acción bolas pesadísimas, que botan muy alto y que llevan un efecto diabólico. Con ellas anula el revés de casi todos su rivales. Alex la conoce bien: «Si esperas a que bote estés muerto, porque tienes que ir reculando y, si intentas cortar la trayectoria, te la juegas porque sólo se consigue con un gran derroche físico que acaba pasando factura».

HUMILDAD Y TRABAJO

La escuela de su tío Toni

Para entender el fenómeno Nadal, no hay que perder de vista al hombre que ha sido su segundo padre durante los últimos quince años. Ha tenido la suerte de que su entrenador de toda la vida fuera su tío. Así, en contra de lo que le ocurre a la mayoría de los jugadores ha recibido al mismo tiempo una formación tenística y humana. Su tío Toni ha sido el que ha labrado su carácter: «Yo siempre le he dejado muy claro que para jugar al tenis no hay que ser un Einstein y que en la vida hay muchas más cosas importantes y mucha más gente con más trascendencia. Nadie puede sentirse importante por saber pasar una pelota por encima de una red». Y le ha educado en la filosofía del esfuerzo: «Yo nunca he creído en escuelas, teorías o métodos. Yo sólo conozco un método para progresar: trabajo, trabajo y trabajo».