Otros tiempos

NO se trata de añorar el pasado con cierta pringue adolescente sino de aceptar la evidencia: los niveles y contenidos del debate político actual en Andalucía, poco o nada tiene que ver con los que alimentaron y envolvieron el proceso andaluz del logro autonómico. Ha descendido el listón en todos los sectores implicados: el estrictamente político, el mediático, el cultural, el historicista y el ilustrado en general.

Posiblemente sea igual en el resto del país e incluso en las naciones vecinas. El caso italiano es el más ilustrativo y visible. Y todo ello a compás del fortalecimiento del llamado 'centralismo democrático' en los partidos, lo que en el 'argot' se denomina 'aparato'. Un centro de poder que lejos de primar el debate interno lo dificulta hasta la asfixia. Y en el mundo mediático algo parecido como consecuencia de la bipolarización política y las estrategias de concentración.

Lo cierto es que en Andalucía el PP se mantiene en sus trece de rechazar cualquier acercamiento al poder socialista ante la mirada de impotencia del PA y los movimientos de marea de una IUCA entregada con esmero a una política de apoyo al mismo y gran hermano socialista que asfixió en 'la Pinza' diez años atrás. Pero eran, efectivamente, otros tiempos y, sobre todo, otra dirección.

Aunque tendremos, pese a todo, la próxima semana el 'placet' parlamentario en las Cinco Llagas a la reforma estatutaria. Con la mayoría de calidad justita pero suficiente, políticamente. Y así, el PP seguirá gritando con frecuencia, rechazando lo que le venga en gana e insistiendo en su estrategia de derribo.

Es la de mensaje más directo, aunque también más elemental, y la que agradece más su electorado más fiel y convencido pero, también, lo que posiblemente le impida crecer hacia el centro, vital para ganar unas elecciones en el país. Porque aquí, en Andalucía, necesitan, salvo pruebas en contra, la velocidad del AVE y la intercesión divina para oler poder. Pero así son las cosas «si así os parece».