No saturar a los canes de playa y sol es una de las medidas recomendadas
No saturar a los canes de playa y sol es una de las medidas recomendadas - ABC

Perros, playas, arena, mar y sol

Disfrutar con los canes en las costas es posible siguiendo una serie de consejos básicos

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

¡Ya tenemos playas para perros! En diferentes puntos de la geografía española, después de la recogida de miles de firmas, contamos al fin con playas donde acudir a cualquier hora con nuestra inseparable mascota. Parece, en principio, un logro de libertades y hasta colma las expectativas de los propietarios más exigentes. Pero la pregunta es: ¿querría ir nuestro can de «motu propio» a las playas? ¿Se lo hemos preguntado a él? Bueno, los perros no saben hablar el lenguaje humano, pero... ¿qué nos contestarían?

Con la llegada del verano, nuestro planeta se sitúa en un plano perpendicular a los rayos solares. Por contra, en el Hemisferio Sur, toca frío e invierno. España en verano se convierte en un horno iluminado por un intenso chorro de luz.

En los espacios salvajes, la vida parece no existir y tan solo percibimos el insistente sonido de las cigarras. ¿Dónde están los animales salvajes?

Los mamíferos y en particular, los cánidos, se han guarecido del sol y de la luz veraniega en sus queridas sombras. Buscan, pues, los mamíferos, la más antigua y eficaz de las protecciones. Se parapetan en bosques, cuevas, matorrales y madrigueras. Huyen del incremento térmico y de los efectos deletéreos de la luz ultravioleta. «Nuestros perros no son diferentes. Están 'fabricados' para soportar temperaturas medias y, además, pueden ver muy bien de noche, pero el exceso de luz les agobia», nos comenta el veterinario Javier Álvarez de la Villa, del Centro Veterinario Víctor de la Serna.

Mucho calor y exceso de luz

Comencemos con el calor: El ser humano cuenta con el mecanismo de la sudoración. Así, cuando llega mucho calor a nuestro cuerpo, este se entretiene evaporando la película de agua y sal que cubre nuestra piel. Somos un perfecto aparato de refrigeración.

Nuestro querido amigo y compañero el perro, tan solo cuenta con unas pocas glándulas sudoríparas en la planta de los pies. Como consecuencia materialmente se achicharran y comienzan a jadear con frenesí. Su temperatura, a diferencia del ser humano, sube rápido a 39,6 ºC y de ahí al límite de los 40ºC o más, se puede alcanzar rápidamente. Pueden tener y, de hecho, son muy frecuentes en estas fechas, la presencia de estos pobres animales en los centros veterinarios, a causa de golpes de calor.

Como veíamos, el perro comenzó a jadear y exteriorizó su gran lengua húmeda de saliva, pero no fue suficiente. Ahora se encuentra en situación crítica, pues sus mecanismos de termorregulación resultaron incompetentes si nuestro querido amigo no nos hubiera acompañado todo el día a la playa y se hubiera conformado con un agradable paseo crepuscular a la orilla del mar.

Otro factor es la luz. Maravillosa luz española que a tantos turistas nórdicos atrae. El baño de sol produce saludables efectos, pero en su dosis justa. Es cierto que participan en la formación de vitamina D, también conocida como antirraquítica, pues fortalece en calcio a nuestros huesos. Además, promueve la liberación de endorfinas y, en particular, de serotonina animando nuestro carácter y espíritu. Pero el exceso es altamente perjudicial y en nuestros canes también.

Durante el verano, el chorro de luz es intenso y abrasador. En las horas centrales del día, cuando el sol está más alto y perpendicular , sus efectos nocivos se harán notar. Por suerte la radiación U.V.C. ha sido filtrada por nuestro gran aliado el Ozono, que por cierto, hace bien poco casi nos lo cargamos con nuestro geniales envases a presión destructores de la atmósfera.

Bueno, al tema, faltan otros dos componentes: los rayos U.V.B y U.V.A. Ambos producen reacciones de foto toxicidad y foto sensibilidad. Es decir, queman la piel, inflaman, promueven la liberación de radicales libres, alteran moléculas vitales, agotan las defensas y antioxidantes naturales, modifican el ADN y pueden originar cáncer. ¡CASI NADA! Pobres perros… pobres humanos. ¡Qué ingenuos somos!

Hasta 1920 tomar el sol estaba mal visto, pues la clase baja, oprimida de manera brutal en aquellos tiempos, se tostaba a la fuerza en los campos de labranza. Por el contrario, la sangre «azul», los aristócratas, dejaban traslucir finas venas azules bajo su aterciopelada piel. Luego sucedió que Coco Channel apareció tras un viaje por el mediterráneo con un radiante bronceado y a partir de entonces se consideró atractivo. El hombre con su gigantesca personalidad imitadora inundó y presumió de ir a la playa. Se convirtió en un símbolo social. Nos tostábamos al sol, nos abrasábamos como cangrejos al rojo vivo, pues creíamos que el bronceado final justificaba las quemaduras. Otra vez más, la especie humana se equivocaba, pero en esta ocasión su capacidad destructora no se encaminaba contra la naturaleza madre o sus congéneres, sino contra sí misma. Los cánceres de piel crecieron exponencialmente y las caras acartonadas y envejecidas,también.

En los perros que nos llevamos a la playa también aparecen problemas debidos a la luz. No son raros los casos de dermatitis solar nasal y troncal en perros, la dermatitis solar nasal en gatos y el cáncer cutáneo (melanomas, carcinomas y otros) ¿Cuál es la solución?. «Pues pensar, utilizar el sentido común y si queremos llevar a nuestros perros a las playas, restringámoslo al invierno, primavera, otoño o en su defecto, a las horas crepusculares del verano, cuando el oblicuo sol ya no es tan nocivo», asegura del doctor Álvarez de la Villa.

¡Ojo con el agua salada!

Sigamos argumentando… Pues por desgracia todavía hay más. El perro sintió sed y su propietario pudo olvidarse del agua dulce, no quedándole otra opción que beber del mar. Era agua, pero llena de sal. El pobre can bebió y bebió, tenía sed y su temperatura corporal amenazaba desastre, todo empeoró; el agua salina es un laxante natural. Consecuencia, fue la deshidratación, diarrea, vómitos y, el feliz día playero, terminó en un centro veterinario de urgencias.

Otros perros oprimidos por el calor se revuelcan en la arena y se empanan cual croquetas rebozadas. Los granos penetran en los ojos y la piel se erosiona, no siendo infrecuentes la aparición de conjuntivitis y eczemas.

Bueno, hay más peligros en las playas pero creemos que estos son bastante ilustrativos y que ustedes, tal vez, se empacharían con tanto desastre. Utilicemos el sentido común y no la moda. Las playas son pequeños desiertos con sombras casi ausentes, con arenas abrasadoras y con una oferta de agua no potable.

Elijamos las horas no centrales del día, ofrezcamos agua potable y en abundancia a nuestro compañero-mascota, protejámoslos con la sombra, y aclarémoslos abundantemente al llegar al hogar o en la misma playa con agua dulce.

Conozcamos los riesgos y obremos en consecuencia; ¡ellos y su salud sabrán agradecérnoslo! Además, como venimos diciendo, no le dé una paliza de un día completo en la playa, un poquito y un paseo a las horas en que el calor no apriete será igual de efectivo y de divertido. Su mascota se lo agradecerá y disfrutará más de la tranquilidad y el fresquito de casa, mientras espera su regreso para dar su particular paseo.

Ver los comentarios