El Papa rinde homenaje a los 60 mártires de la Familia Vicenciana beatificados en Madrid

Invita a «agradecer a Dios el gran don de estos testigos ejemplares de Cristo y del Evangelio»

El Papa Francisco EFE
Juan Vicente Boo

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Sumándose a la ceremonia de beatificación celebrada el sábado en Madrid, el Papa Francisco ha recordado este domingo a los 60 sacerdotes, religiosos, religiosas, novicios y laicos de la Familia Vicenciana asesinados «por odio a la fe durante la persecución religiosa que tuvo lugar entre 1936 y 37 durante la guerra civil española».

En el encuentro dominical para el rezo del Ángelus con decenas de miles de fieles, el Santo Padre ha invitado a los peregrinos y al mundo entero a «agradecer a Dios el gran don de estos testigos ejemplares de Cristo y del Evangelio».

Bajo un gratísimo sol de otoño, Francisco ha recordado que «algunos de los nuevos beatos eran miembros de la ‘Congregación de la Misión’, sacerdotes, hermanos, coadjutores y novicios, mientras que otros eran laicos pertenecientes a la ‘Asociación de la Medalla Milagrosa ’».

La ceremonia de beatificación de los 60 mártires , presidida por el cardenal Ángelo Amato, prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, tuvo lugar el sábado en el palacio de Vistalegre, con la participación de los arzobispos de Madrid, Carlos Osoro , de Valencia, Antonio Cañizares, y de más de tres mil fieles, en buena parte miembros y amigos de la Familia Vicenciana, distinguida siempre por su mansedumbre y obras de caridad siguiendo el testimonio de san Vicente de Paul.

En su homilía, el cardenal Amato recordó que en aquellos años trágicos «reinaba el hostigamiento y la arbitrariedad más absoluta con el único objetivo de aniquilar a la Iglesia católica» mediante la violencia: «los lugares de culto fueron incendiados, los conventos clausurados, las escuelas ocupadas y la gente encarcelada y asesinada».

Según el cardenal, aquello era «una tormenta que azotó violentamente la nación, cubriéndola de polvo, de humo y cadáveres. Fue una macabra exaltación del mal y del odio». En llamativo contraste, los mártires no respondían con más violencia sino que personaban a sus asesinos.

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