El Papa durante el encuentro con miembros de Asociación Italiana de Trabajadores
El Papa durante el encuentro con miembros de Asociación Italiana de Trabajadores - Reuters

El Papa pide a los ancianos que reivindiquen que «la vida es digna» en cada fase de la existencia

En un encuentro en el Vaticano, les pide que transmitan «los valores auténticos» en «este mundo de apariencias»

Ciudad del Vaticano Actualizado: Guardar
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No había un solo hueco libre en el Aula Pablo VI donde este sábado las personas mayores han sido las protagonistas. El Papa les ha dedicado una audiencia a aquellos que ha definido en muchas ocasiones como «la memoria de los pueblos». Una idea en la que ha vuelto a insistir en este encuentro con la Asociación Italiana de Trabajadores Ancianos y la Federación Senior Italiana: «Vuestra experiencia es un tesoro precioso, indispensable para mirar al futuro con esperanza y responsabilidad».

El Santo Padre se sentía como uno más entre ellos y así se lo ha hecho saber: «Vosotros, como personas de la tercera edad, o mejor, -nosotros, porque yo también soy parte-, estamos llamados a trabajar por el desarrollo de la cultura de la vida testimoniando que cada fase de la existencia es un regalo de Dios y tiene su belleza y su importancia, incluso si está marcada por la fragilidad».

Por eso, el Pontífice no ha querido pasar por alto la labor de los ancianos, no sólo como portadores de sabiduría y experiencia, sino también como «parte esencial de la comunidad cristiana y de la sociedad». Una frase que ha repetido en dos ocasiones para denunciar de nuevo «la cultura del descarte» que se ceba, especialmente, con las personas mayores. Y como muestra, un botón.

El Pontífice ha explicado la triste historia, casi a modo de parábola, de un anciano al que su familia apartó a comer en la cocina porque, ya muy enfermo, tenía dificultad para deglutir. El padre de familia le construyó incluso una mesa para él a propósito. Cuando un día el hombre volvió del trabajo encontró al hijo pequeño con un martillo y unas maderas. El padre extrañado le preguntó qué estaba haciendo. El niño le respondió: «Te estoy construyendo una mesa para que cuando seas anciano puedas comer en la cocina como el abuelo».

«Eres viejo, sí pero tienes mucho que decir»

Una narración muy gráfica con la que el Papa ha reivindicado enérgicamente el lugar que se merecen las personas mayores en la sociedad: «Eres viejo, sí, pero tienes mucho que decir, que contar, de historia, de cultura, de la vida, de los valores...No hay que dejar que esta cultura del descarte vaya adelante. Tiene que haber una cultura que siempre sea inclusiva».

Para que así sea, el Papa ha animado a estos mayores a que cultiven los lazos con los más jóvenes de la casa y a que se dejen hacer preguntas porque los jóvenes «necesitan a los ancianos, necesitan un diálogo continuo y necesitan vuestra sabiduría». También ha reconocido el trabajo callado, entregado, -y pocas veces reconocido como es debido-, de tantos y tantos abuelos que se ocupan de sus nietos, no solo en sus necesidades más inmediatas sino, sobre todo, entregándoles «los valores espirituales y culturales de una comunidad y de un pueblo». Y ha puesto como ejemplo la labor como portadores de la fe que muchos abuelos llevaron a cabo en las dictaduras que prohibían a Dios y que condenaban con la muerte a quien desafiara estas normas.

Otra de esas impagables tareas por las que les ha elogiado es la que realizan las personas mayores es en las parroquias, a menudo aquejadas por falta de savia nueva, en las que son ellos los que toman las riendas de la catequesis, del cuidado de los templos o de las obras de caridad.

Fue un encuentro entrañable y muy emotivo en el que el Santo Padre también ha dado una misión a las personas mayores: «En un mundo como el actual en el que se mitifica la fuerza y la apariencia, tenéis la misión de testimoniar los valores que cuentan de verdad y que permanecen para siempre, porque están inscritos en el corazón del ser humano y garantizados por la Palabra De Dios».

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