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Abraham Lacalle, en uno de los rincones de su estudio compartido - IGNACIO GIL
DE PUERTAS ADENTRO

Abraham Lacalle, el artista sin fetiches ni torres de cristal

Para este pintor, la obra podría realizarse en cualquier espacio. No en vano, él cuenta con un segundo taller, una iglesia desacralizada en Oropesa, en el que reparte las tareas. En Madrid, lo comparte con otros cuatro creadores en Doctor Fourquet

MADRID Actualizado: Guardar
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«Lo bueno de compartir estudio –explica Abraham Lacalle– es que generas un espacio de diálogo. Se crea un ámbito afectivo en el que nada tienen que ver los lazos generacionales o idiológicos. Compartimos el silencio del trabajo y el ruido de la charla. De hecho, estoy en contra de la idea del artista encerrado en la torre de marfil. Me supura. O el pensamiento de que somos seres especiales que nadamos en nuestra individualidad. No es cierto. Lo que sí que es verdad es que compartes con los demás sin saberlo, casi sin haberlo pensado, en la deriva de tu propio interés personal».

Para Lacalle, la contaminación más real y más sana de trabajar junto a otros es la intelectual («Aprendemos de los errores y los aciertos de los demás –admite–; incluso con los de aquellos que no realizan la misma labor que nosotros.

Y es un aprendizaje que sucede de manera natural, sin tutelajes»). Hemos de señalar, no obstante, que hasta no hace mucho, algo menos de dos años, el artista no compartía taller. Trabajaba en casa. Sin embargo, el cambio de su propia la situación personal (cuando uno empieza a tener hijos, apunta, es más complicado abstraerse de las obligaciones que ello supone y también más difícil concentrarse), le invitó a lanzarse a la aventura de compartir estudio: «Fue así como nació No-Estudio, en la calle Maldonado, con la intención además de generar otro tipo de acciones, de centrarnos también en la gestión artística». Sin embargo, el proyecto no terminó de cuajar (una serigrafía de su logo en una pared mantiene vivo de alguna mera su espíritu en este nuevo entorno), pero sí que derivó en la posibilidad de seguir trabajando junto a otros.

La mirada joven

Fue buceando en internet que el andaluz y Jacobo Castellano (otro de los ex miembros de No-Estudio), junto al diseñador gráfico Esteban Navarro, encontraron el espacio actual que hoy incluso comparten con dos artistas más: el francés Baptiste Laurent y Elvira Amor. Cuenta nuestro protagonista que esta última llegó fruto de la colaboración de los artistas con Open Studio y su iniciativa para conseguir taller a jóvenes creadores sin un espacio físico en el que desarrollar su labor: «A nosotros nos interesaba estar rodeados de autores noveles, porque siempre es enriquecedor, y continuamos con la idea». Acabada su residencia, Amor siguió con ellos.

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