poster Vídeo
El artista FOD, trabajando en una de sus pinturas - Óscar del Pozo
DE PUERTAS ADENTRO

Nave Oporto, repartiendo ilusión desde 2013 (y II)

Regresamos a Nave Oporto para recorrer los espacios de los artistas que nos dejamos por conocer en la anterior entrega: los de FOD y Miki Leal, los artífices del proyecto, y los de Irma Álvarez-Laviada, Toni Ramón y Manuel Saro

MADRID Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

No detallamos, en la primera aproximación a Nave Oporto que realizamos la semana pasada, el contexto en el que se inserta este peculiar estudio de nueve artistas, que le han dado por completo la vuelta a lo que era una antigua nave industrial. Porque el barrio madrileño que le da nombre, al sur de la ciudad de Madrid, se ha convertido en polo de atracción de creadores en la capital. Aquí cerca abrió su nuevo taller, coincidiendo con ARCO, el pintor José Luis Serzo, y hasta aquí nos desplazamos con anterioridad en otra entrega de «De Puertas Adentro» para conocer el ámbito de trabajo de Julio Falagán y los compañeros con los que comparte espacio. De hecho, ya está cerrado que, una planta más abajo de Nave Oporto, pronto desembarcarán otros autores, entre ellos, Carlos Aires, Rafael Díaz o Alejandro Botubol, lo que transformará este edificio en una anténtica factoría del arte.

«No nos podemos atribuir ningún mérito –explica Miguel Ángel Tornero–, pero involuntariamente sí que participamos de que la zona de Oporto se haya convertido en centro de seducción». Los artistas llaman a otros artistas, pero también hay una cuestión decisiva que termina de animar a su mudanza: «Hay que reconocer que aquí hay muy buenos espacios y los precios son asequibles», concluye Irma Fernández-Laviada.

Donde caben nueve no caben diez

¿Cabría alguno más en Nave Oporto? ¿Se cumple el refrán de que "donde caben “nueve” caben “diez”»? La respuesta es un «no» rotundo: «Para comer siempre hay un plato más para el que quiera venir –desarrolla la idea Miki Leal–. Pero trabajar con uno más es distinto. Nueve ya es un número generoso. No queda más sitio. Otra cosa es que alguien tenga que abandonar el lugar durante unos meses por un viaje o por una beca y que ceda su espacio a otro compañero. Eso sería una posibilidad». «Lo que se estila aquí mucho es la figura del artista invitado –recuerda Sonia Navarro–: el que nos acompaña a comer, el que participa de nuestras actividades, el que viene a tomar una foto o a ayudarnos con un proyecto».

Ver los comentarios