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Rubén, Luisjo y Michi –Rubenimichi– en el salón de su vivienda-taller - Óscar del Pozo
DE PUERTAS ADENTRO

Rubenimichi: En la guarida del monstruo de tres cabezas y seis brazos

Dibujos, cerámicas, «toys», vinilos, revistas, otras obras de arte... El domicilio de Rubenimichi, que también es su taller, es un homenaje al «horror vacui». Y una de las «factorias» caseras más originales de la escena española

MADRID Actualizado: Guardar
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Absténganse de entrar en este reportaje (y en la vivienda de sus protagonistas) todos aquellos amantes del minimalismo, los alérgicos de la acumulación (damos fe que los que sufren de alergia al polvo no corren ningún peligro, pues, pese a la tendencia al almacenaje, estos chicos lo tienen todo muy limpio) y los maniáticos del orden. Nada de eso va con Rubenimichi y, para qué les vamos a engañar, nos encanta que así sea.

Ya desde la puerta de entrada de esta vivienda situada en el barrio madrileño de La Guindalera, las pegatinas pegadas en su revers, avisan de que este va a ser un lugar especial. Porque espacio en blanco o hueco en pared que sus dueños encuentran cuenta enseguida con la correspondiente obra de arte, objeto, libro, vinilo o muñeco que puedan cubrirlo.

Y si el pasillo o ciertas estancias algo más alejados del salón funcionan como reguero de lo que está por venir (la colección de los Rubenimichi también se despliega en el cuarto de baño), es en el comedor en el que se produce el big bang creativo, la acumulación total, la zona cero de los pensamientos y la tendencia al abigarramiento que caracteriza el día día de estos artistas: «Queremos estar rodeados de lo que nos gusta cuando trabajamos, y por eso nuestra casa es nuestro estudio», explica Michi. «No somos nada metódicos –continúa Rubén–. Pintamos cuando va surgiendo y nos nutrimos mucho de lo que nos envuelve. Si tuviéramos un taller, acabaríamos viviendo allí y alquilando esta casa». «Si nos apetece ponernos a trabajar ahora mismo –puntualiza Luisjo– no te echa para atrás saber que tienes que desplazarte a ningún sitio. Esto es más cómodo».

Un señor de barbas muy largas

¿Rubén? ¿Luisjo? ¿Michi? ¿No estábamos en casa de Rubenimichi? En este mismo momento a ustedes les está ocurriendo lo que le pasó a Luisjo cuando conoció a los que serían sus dos compeñeros: que se pensaba que, tras sus pinturas y sus dibujos de estilo homogéneo, tras ese sonoro apelativo se encontraba un señor italiano (el nombre suena a apellido transalpino) con unas barbas muy largas, en lugar de tres individuos. «Nuestro nombre nace de la fusión del de Michi y el mío –explica Rubén– y siempre hemos jugado a generar ese despiste, porque, en el fondo, nosotros procedemos como si de una única persona se tratara».

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