CRIMEN DE UBRIQUE

Laura «sufrió una larga agonía» y tuvo que ver a su hermano muerto en el pasillo

La autopsia realizada a los hijos del presunto parricida de Ubrique desvela que mientras Juan Pablo sufrió una puñalada mortal en el cuello, la chica falleció desangrada por múltiples heridas

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La «extrema violencia» del ataque que padecieron Juan Pablo y Laura aquella madrugada del 6 de octubre de 2014 ha hecho que los miembros del jurado se revuelvan de sus asientos, e incluso que, en algunos instantes, no hayan podido reprimir las lágrimas al ver cómo se reproducían los fotogramas del horror uno a uno ante sí Tampoco era fácil para los abogados de las acusaciones y la defensa que en más de una ocasión han mostrado en sus caras su rechazo ante tan cruento escenario. Todos han sentido algo. Excepto su padre. Juan Márquez, al igual que sucedió en la sesión dedicada a la inspección ocular, ni se ha movido. No ha significado emoción alguna. Ni pena. Ni llanto.

Ni negación. Nada.

El relato aportado por los médicos que realizaron la autopsia a los dos jóvenes ha sido claro, descriptivo y puede que concluyente para el veredicto. Según han explicado, las heridas determinan que el acusado tuvo una «clara intención de matar», que su forma de hacerlo fue la propia de «una persona que sabe y tiene fuerza», «acostumbrada a matar animales», y que el daño causado fue «brutal».

Laura, la primera en recibir el ataque mientras dormía en su cama, tenía por todo su cuerpo 26 heridas por arma blanca, 15 de ellas inciso punzantes, otras once inciso cortantes por haberse defendido y una contusión por la lucha que mantuvo con su asesino. Como muestra, su mano, que quedó «disfuncional» lo que segundos o minutos después le impidió tocar el timbre de su vecino para pedir socorro dejando la pared del rellano llena de sangre. Sin embargo, ninguna de ellas, le ocasionó inmediatamente la muerte. No fueron mortales sino que «su agonía duró todo lo que duró el ataque», según el forense que durante cincuenta minutos explicó cómo fueron los últimos minutos de vida de la chica.

También precisó que todas las heridas que encontraron en la joven se habían producido por arma blanca, un cuchillo «con la suficiente robustez y anchura» como el que les han mostrado en la sala y donde no se encontraron huellas, pero sí la sangre de ambos hermanos. Además, se han referido a que todas las lesiones se produjeron con un único arma y no con dos como mantiene el procesado Juan Márquez.

Degollado

Por su parte, el cuerpo del joven fallecido, Juan Pablo, tenía 18 heridas, las más graves, una mortal, una de degüello causada desde arriba hasta abajo y por la espalda tras oprimirle la cabeza contra el suelo (reflejado en las lesiones abrasivas en su cara) y otra en el tórax que «le atravesó totalmente el pulmón». Todas ellas también producidas por el mismo cuchillo, además de numerosas lesiones defensivas. «Su fallecimiento fue mucho más rápido porque su sangrado fue mayor».

En cuanto al posible ensañamiento que pudo tener el presunto parricida, los médicos explicaron que Laura sí sufrió más. A ella le dio tiempo de luchar y no pudo asestarle ninguna puñalada mortal, no le alcanzó ningún órgano vital, pero sí tuvo que soportar numerosas cuchilladas hasta que llegó a la puerta de la vivienda donde finalmente cayó, tras intentar sin éxito llamar al vecino. «Las heridas mortales se las llevó su hermano cuando salió al pasillo a defenderla». Según explicaron, la joven se podría haber salvado si hubiera recibido una atención médica inmediata. Sin embargo, este auxilio ya no le hubiera servido de nada a su hermano.

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