VIAJE A MÉXICO CON ESCALA EN LA HABANAFrancisco y el patriarca Kiril ponen fin en Cuba a mil años de enemistad

El Papa denunciará en México la pobreza urbana, el abandono de los indígenas, la violencia de los narcos, y el drama de los emigrantes

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El «abrazo de La Habana», que protagonizarán el Papa Franciscoy el Patriarca de Moscú, Kiril, permite dejar atrás mil años de enemistad gracias a una serie de coincidencias afortunadas que nadie hubiera imaginado hace tan solo unos meses.

El muro de la división de los cristianos, levantado en 1054 en Constantinopla, empieza a caer con rapidez gracias al encuentro de Cuba y el inminente concilio panortodoxo, el primero en 1.300 años, que se celebrará el próximo mes de junio en Creta.

La generosidad de Francisco al manifestar a Kiril su deseo de reunirse con él sin ninguna condición previa, en el lugar y fecha que prefiriese, han permitido al Patriarca de Moscú «escapar» de las limitaciones del ala más intransigente de la Iglesia Ortodoxa Rusa.

Un encuentro en el Nuevo Mundo, centrado en la ayuda a los cristianos perseguidos en Oriente Medio, sin que Roma exija ninguna primacía formal, sin teólogos, sin ceremonias litúrgicas y en vísperas del concilio panortodoxo, es una oportunidad difícil de rechazar.

Con este «deshielo» todos salen ganando. En primer lugar, la unidad de los cristianos. La rencilla milenaria, base de la división de Europa, es una antigualla que hay que superar, como se superó el Muro de Berlín.

El encuentro en Cuba refuerza a todos. El Papa obtiene otro reconocimiento a su «diplomacia de la amistad».Raúl Castro se luce como anfitrión. El Patriarca Kiril, líder de dos tercios del total de fieles ortodoxos, gana altura con vistas al concilio panortodoxo. Putin atenúa su aislamiento internacional y afianza su perfil de protector de los cristianos de Oriente Medio, cubriendo el hueco que deja Francia. Pero mejora, sobre todo, la convivencia serena entre fieles cristianos ortodoxos y católicos, que poco a poco dejaran de mirarse con sospechas.

El o encuentro de La Habana ha sido aplaudido por el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Bartolomé, por los líderes religiosos musulmanes y judíos de Rusia, por los obispos católicos y luteranos de Europa.

La declaración que hoy firmarán Francisco y Kiril no es un documento «teológico», sino de colaboración en prioridades comunes: la ayuda a los cristianos perseguidos en Oriente Medio, la protección de la familia, el papel de los cristianos en una sociedad secularizada, el apoyo a los jóvenes, la defensa de la vida, etc.

Su firma demuestra que católicos y ortodoxos han dejado de considerarse «competidores» y empiezan a verse como «hermanos». Las diferencias doctrinales entre las dos Iglesias son mínimas. Ambas han sido culpables de un pecado de falta de fraternidad, alimentado por las rivalidades políticas de los respectivos imperios.

Desde el aeropuerto de La Habana, Francisco continuará viaje a México en una visita que tiene como meta espiritual, el sábado, el santuario de la Virgen de Guadalupe, Patrona de Las Américas.

Ecatepec, el domingo; y el lunes, en Chiapas

El domingo se desplazará a Ecatepec, la zona urbana más problemática -por violencia, falta de infraestructuras, etc.- en la inmensa Ciudad de México.

El lunes volará al Estado meridional de Chiapas, para un gran encuentro con los indígenas en San Cristóbal de las Casas, con el trasfondo de la frontera Sur del país, que cruzan cada año medio millón de inmigrantes con el sueño de entrar ilegalmente en los Estados Unidos.

El martes, Francisco viaja a un epicentro de la violencia de los narcotraficantes: Morelia, capital del estado de Michoacán. Desde allí gritará contra el centenar de grandes bandas criminales que suman cada ano millares de asesinatos, con frecuencia en matanzas colectivas para multiplicar el terror.

El último día estará dedicado a los inmigrantes en Ciudad Juárez, la población fronteriza separada de El Paso, Texas, por el Río Grande y por un tramo de los 600 kilómetros de muro fronterizo levantado por Estados Unidos. La séptima visita de un Papa a México será totalmente distinta a las anteriores. Al estilo de Francisco.

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