«El tumor era como una naranja. Pensé que mi hija no salía de la UCI»

José Luis Sánchez, padre de María, que padece sarcoma de Ewing, cuenta a ABC el calvario emocional y económico que entraña una enfermedad oncológica

María y José Luis ABC
Érika Montañés

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José Luis Sánchez es bombero en Alcorcón (Madrid). María es su tercera hija. Hay más azul en los ojos de esta joven que en el fondo del mar, pero desde hace un año, en su mirada aniñada solo se adivina un foso de profunda tristeza. Padece sarcoma de Ewing, un tipo de cáncer raro y maligno de células redondas. Afecta a huesos y tejidos blandos de, sobre todo, la pelvis, el fémur, el húmero, y las costillas . Es frecuente en jóvenes, más en varones que en mujeres. A María le «tocó» a los 13 años.

«El tumor era como una naranja , pensé que mi hija no salía de la UCI, que se quedaba ahí», confiesa su progenitor. «Ahora está con las secuelas de la quimioterapia, también le han dado radioterapia, le faltan dos ciclos; el shock emocional al que te enfrentas cuando te dan el diagnóstico es muy complicado, y no piensas en nada», recuerda.

José Luis sacó fuerzas de flaqueza y solicitó ayudas. Se inscribió en la asociación infantil oncológica de Madrid ( Asion ). Pidió la concesión de la discapacidad al centro base de Móstoles al que pertenecen y nunca llegó. Se la denegaron emplazando, cuenta José Luis, a que avance el tratamiento. «Muchas veces y sin tarjeta de aparcamiento, mi hija, que al principio iba al Hospital Ramón y Cajal en silla de ruedas, tenía que entrar sola mientras yo aparcaba. Es una situación terrible».

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