Los textos contra el adoctrinamiento por los que han sancionado a un docente en Cataluña

El documento repartido es una serie de escritos firmados por referentes del catalanismo, en los que se observa una «actitud de superioridad» con respecto al resto de España

Reproducción de un retrato de Pompeu Gener realizado por Ramón Casas Carb

E. A.

El pasado 18 de abril la Generalitat prohibió a Francisco Oya impartir más clases de Historia a sus alumnos de Bachillerato en el instituto Joan Boscà de Barcelona y le abrió un expediente sancionador -el primero impuesto a un docente por combatir el adoctrinamiento en las aulas-. El detonante fue, según dice, el material curricular complementario que entregó a sus alumnos de segundo curso de Bachillerato para contrarrestar la visión, a su juicio, «sesgada» e «idílica» que proprocionaba sobre el catalanismo el manual de Geografía e Historia que se utiliza en el centro, y cuyo autor es Agustí Alcoberro, exportavoz de la Asamblea Nacional Catalana (ANC). El documento repartido a sus alumnos es una serie de escritos firmados por referentes del catalanismo , en los que se observa una «actitud de superioridad» con respecto al resto de España. Esta es la información que contenía:

Pompeu Gener (1848-1920)

«En España, la población puede dividirse en dos razas. La aria (celta, grecolatina, goda) o sea del Ebro al Pirineo; y la que ocupa del Ebro al Estrecho, que, en su mayor parte, no es aria sino semita, presemita y aun mongólica [gitana] (...) Nosotros [los catalanes], que somos indogermánicos, de origen y de corazón, no podemos sufrir la preponderancia de tales elementos de razas inferiores.»

Heregías (1887)

«Creemos que nuestro pueblo es de una raza superior a la de la mayoría de los que forman España. Sabemos por la ciencia que somos Arios; bien por los autóctonos Celtas; bien por los Griegos, Romanos, Visigodos, Ostrogodos, Francos y otros que vinieron; y por tanto, queremos ser dignos descendientes de razas tan nobles […].»

“Presentació”, Revista Joventut, I/5, 15 de marzo de 1900, p. 2

«Soñamos con un imperio intelectual y moral mediterráneo, por nuestra influencia sobre las restantes Naciones latinas, sin ser desviados ni por las durezas e ignorancias castellanas, ni por aquellas corrientes frías nórdicas que nos invaden con fantasmas de ideas pálidas, anémicas, de consciencia vacilante. Nada de eso. Nuestro patriotismo es de Patria superior, pero con carácter propio como los griegos, que fueron los primeros sin dejar de ser muy helénicos. Los demás pueblos de España ya nos seguirán, si quieren o si pueden y, si no, peor para ellos. Tal es nuestro cometido.»

“Recorts y esperances”, Joventut, VI/257, 12 de enero de 1905, pp. 26-27

Salvador Sanpere i Miquel (1840-1915)

«La raza catalana, pues, perfectamente conocida hoy por nosotros, atravesó sin desfallecimiento a través de romanos y godos, elementos del todo extraños a su temperamento aborigen y a las razas similares que vinieron después a darle forma. Hay, pues, una raza catalana, hay, pues, un pueblo catalán.»

“Origens y fonts de la nació catalana. Las Rassas Civilisadoras”, La Renaixensa, VIII/I/11, 15 de junio de 1878, pp. 447-448

Angel Guimerà (1847-1924)

«La raza que vence y que se hace noble y poderosa; que cae y que se ensucia hasta el alma; que se vuelve a levantar esperanzada desenpolvando su vestido, es la raza catalana; Santa María de Ripoll el símbolo de su gloria, que hoy a todos nos acoge bajo sus alas. Tres veces, señores, con la transcendencia del presente, la hemos visto consagrada entre las amigas aguas del Ter y del Freser a la raza catalana. La primera vez en su edad de gloria y de conquista, sintiéndose resonar todavía en la lejanía los alaridos de los califas moros, mientras estos valles se estremecían de alegría bajo el caballo de nuestro conde Guifré, el tronco poderoso de nuestro linaje.»

“Discurs de don Angel Guimerá en la sessió catalanista de Ripoll”, Lo Catalanista, VII/313, 16 de julio de 1893, pp. 7-8

Enric Prat de la Riba i Sarrà (1870-1917)

«Los castellanos, que los extranjeros designan en general con la denominación de españoles, son un pueblo en el que el carácter semítico es predominante; la sangre árabe y africana que las frecuentes invasiones de las gentes del Sur le han inoculado se revela en su modo de ser, de pensar, de sentir y en todas las manifestaciones de su vida pública y privada. Es por eso que inspira tanta atracción a los extranjeros que rebuscan todo lo que es característico, es por eso también que los pueblos civilizados de Europa, tienen tanta dificultad para comprender su manera de actuar.»

La question catalane: l’Espagne et la Catalogne. Notice adressée a la presse européenne par le comité nationaliste catalan de Paris, D. Dumoulin et Cie., París, 1898, p. 6

«Cataluña tiene la fuerza de la prosperidad económica, con su acompañamiento natural de energías intelectuales, morales y artísticas; la tiene menos intensa, es verdad, que las naciones extranjeras bien gobernadas; pero es, con contadas si bien honrosas excepciones, prácticamente la única dentro de España, la principal representante de la civilización europea en ese fajo mal atado de kabilas africanos que el Estado español encarna].»

“La salvació d’Espanya II”, La Veu de Catalunya, I/42, 12 de febrero de 1899, ed. de la mañana, [p. 1]

Joaquim Lluhí i Rissech (1866-1929)

«La idea autonomista, simpática a los elementos de la raza aria de España, resulta terriblemente antipática para los elementos de la raza semita. Por eso los semitas españoles están endemoniados contra el Concierto económico, que es la idea autonomista en uno de los más importantes aspectos de la vida económica. No dejan de entender, a pesar de su poco juicio, que la autonomía económica dentro de un sistema unitario es, a la vez que una contradicción, un gran paso hacia el derribo del sistema vigente y al avance y desarrollo de las instituciones nuevas. [...]»

«Y si los semitas se oponen a nuestras reivindicaciones legítimas, reconquistaremos por encima de ellos nuestra tierra, ganando frente a la civilización moderna el pleito de nuestra autonomía».

“Contra’ls semitas”, La Veu de Catalunya, I/310, 7 de noviembre de 1899, [p. 1]

Joan Baptista Vilà i Estruch (c. 1885-1921)

«Vamos ahora a esbozar los caracteres del genio catalán, de este núcleo que forma parte de la península ibérica, creando para su lengua, costumbres y variedades étnicas una verdadera nacionalidad que fructificó con una vida tan pletórica y exuberante, como en la Edad Media ningún otro pueblo la haya tenido en el transcurso de la Historia. [...] Fortalezcamos, pues, los destinos de nuestro genio catalán y huyamos de las influencias bajas y atávicas de las otras razas.»

“Caràcters de les races ibèriques. II”, La Nació Catalana, VI/85, 15 de diciembre de 1906

Daniel Cardona i Civit (1890-1943)

«Nuestro “hermano” de poniente, en cambio, encuentra siempre un camino más sencillo para hacer fortuna. Sintiendo como una repulsión instintiva por el trabajo, que cree indigno de un “fidalgo” propio solamente del catalán plebeyo, en lugar de arriesgar la piel en un barco y atravesar el mar, se busca una “recomendación” para cualquier “hermano” que ejerza autoridad en Cataluña y sin otro bagaje que su insulsa vanidad se viene a nuestra tierra a buscar los garbanzos que le son difíciles de encontrar en la suya. Ya aquí, los hay que se contentan con un “empleo” que de poco trabajo, aunque dé también pocas pesetas. De vez en cuando, sin embargo, encontramos alguno más espabilado que, ataviado como si fuese un gran señor, con ropa que el pobre sastre no cobrará nunca y con su cháchara típica consigue enredar a alguna chica catalana de buena familia. [...] Compañeros, hace falta meterse en este importante aspecto de la invasión enemiga. La tierra y la riqueza catalana pasan así fácilmente sin que nadie se dé cuenta a manos de nuestros enemigos. No sirve de nada que los hombres se dispongan a defenderla si una mujer la regala. Hace falta que la mujer catalana tome como primer deber patriótico el no tener amor hacia ningún enemigo natural de su Patria. Para una mujer catalana sólo un patriota catalán como marido. Hace falta infiltrar en la mujer catalana una máxima repulsión hacia toda unión que además de entregar al enemigo tierra y bienes catalanes vaya a impurificar la raza catalana.»

“L’Hermano caça pubilles”, L’Estat Català, II/11, 15 de abril de 1923, p. 8

Josep Genovès Moles

«Ningún catalán ni ninguna catalana dignos de tal nombre admitirán unión matrimonial con individuo español o hijo de españoles. Consideraremos anticatalanas tales uniones y, como tales, las combatiremos. Declaramos mal catalán al que, después de habérsele hecho tales reflexiones, efectúe el matrimonio.

No olvidaremos que sin una sangre limpia, virgen de “cruces” sanguíneos, es imposible hacer nada de provecho.

Y no olvidaremos que si el pequeño dios alado, ciego como es, quisiese herirnos en este sentido, que si el amor es una cosa grande, inmensa y la pérdida una terrible desgracia, Cataluña ha de ser nuestro Amor Supremo y que Ella está por encima de todo.»

“Pro-Catalunya Lliure. Les causes del nostre anorreament nacional. Barreja de sangs”, Nosaltres sols!, I/33, 21 de noviembre de 1931, p. 3

Hermenegild Puig i Sais (1860-1941)

«Conviene, pues, que procuremos aumentar el número de catalanes de pura raza, para luchar en todos los terrenos, ya que aumentando el número al mismo tiempo que aumentamos en cultura, la lucha nos será más favorable.»

El Problema de la natalitat a Catalunya. Un gravissim perill per la nostra patria, Badia Cantenys, Barcelona, 24 de noviembre de 1915, pp. 33-34

Carles Cardó i Sanjoan (1884-1958)

«Es el problema de la inmigración forastera. [...] La preponderancia de murcianos ha hecho que a este problema se le llame “murcianismo” (...) Pero en su aspecto total, no creemos que sea un problema de proteccionismo racial, ni de depuración. Es, simplemente, un problema de asimilación. [...] Estos murcianos inmigrados, por pobres e ignorantes que sea, por propensos que se muestren a todas las sediciones, podrían constituir la levadura de un mesticismo que, sometido a una fuerte educación moral y nacional, enriquecería la potencia física y por tanto cultural de Cataluña.»

“El murcianisme”, La Veu de Catalunya, XLIV/11820, 4 de mayo de 1934, p. 13

Francesc Macià i Llussà (1859-1933)

«Esta inmundicia de basuras que han colmado la indignación de tantos sutilísimos comodones, no nos ha aterrorizado mucho a nosotros, acostumbrados a soportar la existencia de otra inmundicia más grande –“flora” de todo el año– la gitanada inmensa de una “clase” de gente que lleva gangrenando Barcelona desde hace tiempo; todo este pudridero de barrios bajos en descomposición, en donde se engendra la maldad y el “microbio” y donde se extiende ufana la “cualidad” de una raza... (...) Y de los barrios bajos que hemos señalado –y al decir barrios bajos quiero decir España– son hijas todas las prostitutas de calle y de cabaret que envenenan la vida de nuestra juventud.»

“Inmundícies...”, L’Estat Català, II/15, 15 de junio de 1923, p. 3

Josep de C. Serra-Rafols

«Algunas razas han muerto, otras no han desaparecido, pero han estado substituidas en su mismo territorio y de una manera lenta pero persistente por otras poblaciones con vitalidad superior. Se da el caso de que bajo una misma denominación geográfica y política actúe un cuerpo absolutamente diferente del que se ha muerto. Éste podría ser el caso de Cataluña el día que el elemento forastero supere al autóctono porque los que se llamarían catalanes lo serían de nombre pero no de raza.»

La Immigració a Catalunya, Barcelona, 1935

Anónimo

«La progresiva degradación racial española puede contagiarse a los catalanes debido a la fuerte inmigración, frutos que pueden verse si observamos la diferencia caracteriológica entre el hombre del campo, no contaminado por la estirpe española, y el de las ciudades. El carácter trabajador y europeo del catalán es un factor anímico bien contrario al español gandul y pro-africano. Por todo esto tenemos que considerar que la configuración racial catalana es más puramente blanca que la española y por tanto el catalán es superior al español en el aspecto racial.»

“Fonaments científics del racisme”, Quaderns del separatisme, 2 (1981?), pp. 6-8

Jordi Pujol

«El hombre andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre anárquico. Es un hombre destruido. Es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. De entrada, constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes. Es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña.»

Jordi Pujol: La inmigració, problema i esperança de Catalunya, 1976

Valentí Almirall

«A muchos se hará extraño que, después de algunos años de apartamiento completo de la vida pública y teniendo o poco menos (puesto ya el pie en el estribo), salgamos ahora con una edición, en castellano por añadidura, de nuestras obras y escritos políticos y literarios, que quizá aparecerán trasnochados y pasados de moda y aun ridículos a los ojos de esta generación de catalanistas que a fuerza de exageraciones patrioteras ha llegado a descubrir que, como los antiguos griegos, pero sin tener los fundamentos que éstos tenían, ha de declarar bárbaros a los no catalanes, y aun a los que no piensan, hablan y rezan como ellos, aunque hayan nacido en Cataluña.

Precisamente volvemos a publicarlos, y lo hemos puesto en la lengua más general de la nación de que formamos parte, para que sean más los que nos comprendan y evitar así que jamás se pueda por nadie con aquéllos confundírsenos.

Fuimos los primeros, o de los primeros a lo menos, en pregonar y propagar las excelencias del regionalismo en general y las ventajas que del mismo podría reportar nuestra patria catalana, y no han pasado todavía treinta años que hemos de hacer constar que nada tenemos de común con el catalanismo o regionalismo al uso, que pretende sintetizar sus deseos y aspiraciones en un canto de odio y fanatismo, resucitado o medio resucitado de un período anormal y funesto de la historia de nuestras disensiones.

Desde que en 1869 condensamos las teorías federalistas con aplicación a nuestra patria (...) siempre hemos visto en el federalismo regionalista (...) la más perfeccionada organización política de cuantas se han ideado para hacer posible la unión de mayor número de pueblos, espontáneamente y sin necesidad de atentar a sus autonomías.

Además de tales ventajas de carácter general y verdaderamente civilizador, siempre hemos visto y pregonado en el federalismo regionalista la particular de ser el sistema de organización que mejor se ha de adaptar a las regiones de España en general, y en especial a la nuestra. De manera que para nosotros es circunstancia afortunada el poder simultáneamente trabajar en pro de nuestra región y de la nación que formamos parte, contribuyendo con ello además a la general mejora y al progreso humano.

¡Que distancia tan enorme media entre nuestro regionalismo federalista que armoniza y une, y como el Hércules de la leyenda "separando junta" y esa tendencia que no se propone más que enemistad y separar!

En hora buena que los separatistas por odio y malquerencia sigan los procedimientos que crean que mejor les llevan a su objetivo, pero no finjan, ni mientan, ni pretendan engañarnos. El odio y el fanatismo sólo pueden dar frutos de destrucción y tiranía; jamás de unión y concordia. Pretender buscar la armonía entre las regiones españolas que han de vivir unidas, por el camino de los insultos, o al menos de los recelos, nos hace el efecto de dos que están prometidos para el matrimonio y emplean el tiempo que duran sus relaciones preparatorias en insultarse y rebajarse el uno al otro en competencia (…)

Jamás hemos entonado ni entonaremos Los Segadors, ni usaremos el insulto ni el desprecio para los hijos de ninguna de las regiones de España (…)

Respecto al uso hablado y escrito de nuestra lengua catalana, hemos siempre sostenido el mismo criterio y mantenido el mismo punto de vista. Por dignidad, por justicia, pedimos dentro de nuestra región y para los poderes o autoridades que la representan y dirigen, la cooficialidad o la igualdad de derechos entre aquélla y la general de España (...). Nunca hemos aspirado a imponerla, no ya a ninguna parte de España, pero ni aun a nuestra misma región: nos basta con poder hablarla y escribirla oficialmente y con que en ella deban entendernos y puedan en ella hacerse entender los que ocupan puestos oficiales (...). Pues que nuestro país posee dos lenguas, y una de éstas es de las que más extendidas están en el mundo civilizado, ya que todas las personas regularmente ilustradas hablan las dos y aun las más incultas mejor o peor las entienden, locos seríamos si no procuráramos conservar tal ventaja, siguiendo y mejorando su cultivo.

No tenemos ni nos importan un comino las excomuniones que nos valdrá esta exposición de nuestro criterio.»

Prólogo para la edición castellana de Lo Catalanisme, 1902

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