eresa Romero, a su llegada los juzgados de Plaza Castilla de Madrid, donde ayer testificó en calidad de perjudicada en la investigación de la denuncia de varios médicos del hospital Carlos III sobre el riesgo de contagio que hubo para los profesionales sanitarios.
eresa Romero, a su llegada los juzgados de Plaza Castilla de Madrid, donde ayer testificó en calidad de perjudicada en la investigación de la denuncia de varios médicos del hospital Carlos III sobre el riesgo de contagio que hubo para los profesionales sanitarios. - EFE

Teresa Romero finalmente no se incorpora este jueves a su puesto de auxiliar de enfermería en el Carlos III

Romero, contagiada de ébola al tratar al misionero infectado García Viejo, tiene aún que recuperar los días de vacaciones de 2015 que no se tomó al haber estado enferma. Por eso, y como marca la legislación, se presentó en el puesto de trabajo para poder tomarse los días de vacaciones que le corresponden

MADRID Actualizado: Guardar
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Teresa Romero volvió este jueves a recorrer los pasillos del Carlos III, el hospital donde trabaja como auxiliar de enfermería, y del que también fue paciente después de padecer una enfermedad que puso en vilo a nuestro país: el ébola.

Si bien al superar el virus (fue dada de alta el 5 de noviembre de 2014) acudió al centro en varias ocasiones para hacerse controles, esta vez era diferente: Teresa volvía a trabajar. Terminaba su baja de 17 meses después de haberse contagiado del misionero repatriado con ébola, Manuel García Viejo. Sin embargo, si bien se esperaba a una Romero con su bata de auxiliar de enfermería atendiendo a los pacientes, estuvo en el hospital poco tiempo.

Y es que su incorporación no es inmediata, ya que Romero tiene aún que recuperar los días de vacaciones de 2015 que no se tomó al haber estado de baja.

Por eso, y como marca la legislación, se presentó en el puesto de trabajo para poder tomarse posterioremente los días de vacaciones que le corresponden.

Sus compañeros la han encontrado bien, sobre todo físicamente, «con algo más de peso» y «bien de ánimo», cuenta una compañera. De todas formas, muchos no sabían que volvía, «solo me enteré por la televisión que estuvo ayer en los juzgados». Otros, la vieron poco por el hospital puesto que «se fue a hacer unos papeles».

«Es parte del pasado, pero sí, fue muy duro»

No había carteles de bienvenida. Reinaba la tranquilidad en un hospital en el que los carteles para la prevención de contagio de ébola se reemplazaron por los del zika.

Al hablar de su incorporación, muchos muestran una sonrisa, asienten y aseguran que está bien. Pero no dan más datos. El del ébola parece que quiere ser un capítulo cerrado para los sanitarios del Carlos III.

«Es parte del pasado, pero sí, fue muy duro», reconoce una sanitaria a la que le tocó el trabajo «sucio»: limpiar las habitaciones de los infectados por el virus. «Limpié la de Pajares, García Viejo y la de Teresa», cuenta con naturalidad. Para ella, fue difícil al principio, pero solo al principio, «porque después te terminas acostumbrando; es como limpiar cualquier otra habitación de un paciente con cualquier enfermedad contagiosa, es nuestro trabajo», concluye.

Eso sí, reconoce que un paciente deja de ser uno más cuando se trata de un compañero. «Fue duro, estaba muy mal», lamenta, pero rápidamente intenta olvidar.

En los juzgados

Romero lleva una semana más agitada de los habitual. Ayer testificó durante casi dos horas ante el juzgado número 21 de Plaza de Castilla en calidad de perjudicada en la investigación de la denuncia de quince médicos del Hospital Carlos III sobre el riesgo que hubo de contagio para los profesionales sanitarios.

«Cuesta creerlo, pero las cosas fueron así. La formación consistió en el día a día, charlas informativas... pero no hubo una formación específica», dijo a los periodistas a las puertas de los juzgados.

También señaló que ella no es nadie para decir si hubo delito contra la salud pública, sino que simplemente ha acudido al juzgado a explicar su experiencia y cómo vivió la situación en primera persona.

Romero reconoció, ya desde el punto de vista más personal que está recuperada pero que cada vez que recuerda la experiencia «llora continuamente»

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