Las tareas de rescate tras el terremoto de México logran salvar la vida a once niños y una maestra

El Ejército nacional capitanea las labores de búsqueda de supervivientes. En el colegio Enrique Rébsumen quedan niños atrapados, pero no se sabe cuántos

Un equipo de rescate busca supervivientes entre los escombros de un edificio derruido en México D.F. REUTERS

ADRIÁN ESPALLARGAS

«Al colegio Enrique Rébsamen , por favor», se le pide a Martín, conductor de una empresa de vehículos de alquiler, que reacciona de inmediato: «¿Al del los niños que están atrapados?». «Pues le aviso de que hay demasiada gente queriendo ayudar y no sé si llegaremos, dice con orgullo el mexicano». «Tenemos muchos fallos, pero para estas devastaciones los mexicanos somos los número uno en solidaridad», afirma sacando pecho. Ubicado en el sur de la gigantesca ciudad de México , el colegio se ha convertido en el centro emocional de de la tragedia después de que un terremoto de 7,1 grados devastara la capital el pasado martes, dejando al menos 238 muertos y centenares de heridos.

Durante el trayecto de una hora en coche, son decenas de motos cargadas con picos y palas las que adelantan al vehículo. Y son varias las camionetas cargadas de agua y alimento las que siguen el mismo trayecto hacia el Enrique Rébsamen , donde, por el momento, se cuentan unos 25 muertos -4 adultos y 21 niños- después de que su estructura colapsara tras la sacudida.

Pero todavía queda un número indeterminado de niños pequeños atrapados bajo los escombros cuando ya cuentan más de dos días después del seísmo, lo que ha desatado un enorme dispositivo de autoridades y voluntarios que trabaja contra el reloj para rescatarlos. La policía cercana se desencaja a la espera de noticias de algún niño que salga con vida.

Cuántos quedan bajo los escombros es todavía un misterio. «No lo sabemos con exactitud. Nosotros a las 5 de la mañana paramos la labor y estamos a la espera de que nos den instrucciones», dice Juan, el líder de una cuadrilla de paramédicos que saca camillas y botiquines de su furgoneta para volver al trabajo en cuanto les den luz verde. «Está muy peligrosa la zona ahora mismo y están desalojándola porque el colegio amenaza con volver a derruirse, por lo que su estructura fue reforzada con barras de acero para evitar un nuevo colapso», agrega el médico.

Apenas se ve el colegio desde la zona más próxima a la catástrofe a unos 10 metros de los muros del colegio. Una agente de policía levanta el puño, señal que utilizan para pedir silencio en la zona. Prensa, policías y equipos de rescate aguardan callados para ver si se escucha algún ruido que permita localizar a alguien atrapado. Baja el puño, se encienden los generadores de energía y el operativo vuelve a ponerse en marcha.

La niña-icono de la tragedia

La rumorología domina las áreas colindantes al colegio. Las informaciones vienen y van contradiciendo lo que dicen unos y otros. El corazón de México y del mundo se estremeció al oír ayer que había una niña llamada Frida Sofía Ledezma , de unos 12 años, que estaba atrapada y que, al parecer, había sido rescatada tras el grito de un militar que le preguntó su nombre y luego la calmó llamándola por su nombre. Televisiones locales difundieron el rescate de «Frida», aunque posteriormente el secretario de Educación del país confesó que no había ninguna niña que respondiese a este nombre y acudiese a la escuela. Reconoció la confusión que se había producido, pero su nombre ya había dado la vuelta al mundo. «Te puedo confirmar que ayer sobre las 11.40 de la noche fueron salvados un adulto y una niña, pero no sabemos si es la tal Frida Sofía», añade Daniel, un vecino del barrio que ha montado con varios compañeros un improvisado punto de información en el que cuelgan los nombres de personas fallecidas, desaparecidas y rescatadas. «Seguiremos hasta el final», se reta. Bajo una tela azul que hace de techo y pegados con unas tiras de celo, cuelgan hojas de cuaderno con nombres en distintos colores de las víctimas.

En la zona de la tragedia, un policía confirma a ABC que al igual que reporta la prensa local, se ha logrado salvar la vida de 11 niños y una maestra. «No puedo decir cuántos quedan», dice el agente que vigila el perímetro. Y las operaciones de rescate, que están siendo dirigidas por efectivos del Ejército mexicano, están desarrollando un frenético operativo para salvar la vida de una niña que se encuentra debajo de una mesa de granito. Según informan en las proximidades del colegio, se trabaja a toda velocidad para tratar de sacar a esta niña que ha sido localizada con cámara térmica y se ha establecido contacto con ella. Un tal «Jorge Houston» , apodado así porque lleva puesta una sudadera azul en la que se lee la palabra Houston, es quien más ha logrado aproximarse a ella, un héroe anónimo que ha logrado llevarle agua y oxígeno. El contacto con la pequeña tuvo lugar el miércoles en la tarde, noche. Y desde entonces los militares no han dejado de estudiar cuál es la mejor forma de aproximamiento. Al cierre de la edición, las labores de salvamento se habían retrasado.

Un militar levanta el puño y los cientos de personas que rodean el edificio callan. Saben que es momento de guardar un silencio sepulcral que puede significar un paso adelante más en el complejo rescate de los menores. Baja el puño y de inmediato el ambiente se cubre del sonido de las excavadoras y de las palas rascando el suelo. El rescate contra reloj termina: el oficial Ángel Enrique Sarmiento, comunica que ya no hay más víctimas atrapadas.

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