África

Ciudad del Cabo, la primera gran urbe que se enfrenta a vivir sin agua

Los sudafricanos son los primeros en cronometrar duchas, pero no serán los últimos. En 2025 la mitad de la población mundial vivirá en zonas de estrés hídrico

Un tronco de un árbol, que estaba sumergido cuando la presa estaba llena, es visto tras los bajos niveles de la presa de Theewaterskloof en Villiersdorp, Sudáfrica EFE
Alba Amorós

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Abrir el grifo y que salga agua es un lujo que no está al alcance de todos. Lo saben los habitantes de Ciudad del Cabo, que viven bajo la amenaza del llamado «Día Cero». Cuando llegue -y se prevé que lo haga el año que viene-, se convertirá en la primera gran urbe en quedarse sin este recurso natural y en la que, por tanto, se cierre el suministro.

Ya hay casi 850 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso al agua potable, según recuerda hoy la ONU en el Día Mundial del Agua . Ahora, la segunda metrópolis más grande de Sudáfrica está sufriendo los efectos de su peor sequía en un siglo, desencadenada, en parte, por el fenómeno El Niño y la escasez de lluvias de los últimos tres años. Para paliar esta carencia, el gobierno local ha impuesto las restricciones más estrictas jamás implementadas en esta región.

«Somos expertos en el uso minimalista de agua», dice Paz Luca de Tena al diario ABC. Esta española, que lleva veintiséis años viviendo en Sudáfrica, cuenta que las restricciones son una realidad para todos los habitantes de esta región. El consumo de agua se limita a 50 litros por persona y día y, por ello, han tenido que tomar medidas contundentes. « Nos duchamos tres veces por semana y nos lavamos las manos en un barreño en lugar de hacerlo con el agua corriendo», comenta. Su compromiso, como el de tantos, es total y están constantemente inventando maneras de ahorrar: «Hemos establecido un sistema de reciclaje de agua por prioridades, por ejemplo, lavamos fruta en un bol, ese agua se usa para lavar los cacharros de cocina y de ahí al jardín o, si tiene demasiada grasa, al retrete. También hemos puesto una tubería que va de la manguera de desagüe de la lavadora hasta el baño y la utilizamos a modo de cisterna», comenta la española. Además, en su jardín han comprado dos tanques para recoger todo el agua de lluvia posible. Unos amigos suyos, cuenta, han instalado unos aparatos, parecidos a un termo de agua caliente, que produce agua del aire.

Dos garrafas por persona

Cada gota cuenta cuando la ciudad se enfrenta a unas restricciones de nivel 6B; consistentes en ajustar el consumo doméstico, reducir las asignaciones de agua a los agricultores, disminuir de manera notable la presión de la red de tuberías, prohibir el uso agua potable para regar y penalizar el consumo excesivo que han llevado a los gimnasios, por ejemplo, a instalar cronómetros en las duchas. Cuando pasan sesenta segundos con el agua corriendo, empiezan a pitar.

Las primeras medidas para intentar frenar el impacto de la peor sequía en 23 años fueron adoptadas en enero de 2016. María Eugenia Alonso López lleva en Ciudad del Cabo cinco años y dice que la situación ha cambiado mucho desde su llegada: «Hace dos años empezamos a tomar medidas de ahorro , aunque ha sido en 2018 cuando realmente se ha empezado a penalizar el consumo excesivo», cuenta a ABC. «Cuando comenzaron a hablar del "Día Cero" la gente empezó a comprar y almacenar agua como locos, las garrafas de 5 litros se agotaban en los supermercados a la media hora de abrir . Como consecuencia, los comercios restringieron la cantidad de agua comprada por persona a dos garrafas», recuerda Alonso. Para encontrar supermercados que tuvieran agua embotellada había que irse a regiones fuera del Western Cape.

El sentir general es que las medidas impuestas por el gobierno local llegaron demasiado tarde: «Todos tenemos la sensación de que el Ayuntamiento (gobernado por Alianza Democrática) ha actuado tarde, traer proyectos de desalinizadoras o plantas de tratamiento de agua va a ser una inversión muy costosa para ser realizada de una vez», dice Alonso, que trabaja en el sector de energías renovables. Las soluciones para reducir al máximo el impacto de esta terrible sequía pasa por una importante inversión en infraestructuras y mucha voluntad política.

El compromiso debe ser unánime y, por ello, el departamento de turismo alentó a los visitantes a cumplir con las restricciones a través de una campaña cuyo lema es «Ahorre agua como un local». En este sector trabaja Pablo Alonso y pese a que no reside habitualmente en África, visita esta ciudad muy a menudo: «No podemos valorar realmente el problema. Hay restricciones pero personalmente lo de los 50 litros por día por persona no nos ha tocado. Si es verdad que si te pasas consumiendo agua te penalizan seriamente el bolsillo», cuenta. Sin embargo, los hoteles de Ciudad del Cabo han pedido a sus huéspedes que limiten las duchas a dos minutos o menos y algunos restaurantes han pasado a utilizar tazas y mantelerías desechables.

Todas estas medidas y, sobre todo, el compromiso de los habitantes están dando sus frutos. Ciudad del Cabo ha reducido el consumo de agua más de en un 50% en tan solo tres años, pasando de 1.200 millones de litros al día en 2015 a 516 millones en febrero de 2018. Así, el consumo diario por persona se ha reducido hasta los 50 litros, un hito significativo frente al resto del país, que consume de media 235 litros (muy por encima de los 173 litros de media a nivel mundial).

El objetivo de Ciudad del Cabo es reducir su consumo diario a 450 millones de litros. «Esta crisis es una oportunidad para tomar conciencia sobre la cantidad de agua que desperdiciamos; espero que no se nos olvide y si todos hacemos el esfuerzo, y somos creativos, podemos conseguirlo», dice Luca de Tena a ABC.

Horizonte 2019

Este esfuerzo colectivo ha conseguido retrasar el «Día Cero» hasta el año 2019. Llegados a este punto los ciudadanos deberán hacer cola en los 200 puntos de distribución que se ubicarán por toda la ciudad para recibir unos 25 litros de agua diarios. El impacto del cierre de grifos podría ser devastador para la economía , la vida cotidiana y la salud de sus habitantes. La ciudad depende de un sistema de alcantarillado a base de agua y la imposibilidad de vaciar los inodoros provocaría deficiencias en el saneamiento. Esto, unido a una deficiente higiene personal, puede aumentar la propagación de enfermedades potencialmente mortales, especialmente para los residentes más pobres. Además, la escasez de agua puede predisponer a las personas a la deshidratación y golpes de calor.

Según los expertos, aunque Sudáfrica logre reducir su consumo de agua y aplique con éxito todos los planes existentes del gobierno deberá mantener el esfuerzo, dado que se prevé que la crisis de agua se extienda durante los próximos 20 años. «Yo, desde luego, pienso seguir ahorrando para el resto de mi vida porque me ha cambiado totalmente el chip», dice María Eugenia Alonso.

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