Sobrepeso, contaminación y Covid, el cóctel que disparó la mortalidad

Las enfermedades propias del estilo de vida occidental fueron la tormenta perfecta

Ivannia Salazar

Ivannia Salazar

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La interacción del Covid-19 con el continuo aumento global de las enfermedades crónicas y los factores de riesgo relacionados, incluidas la obesidad, el nivel alto de azúcar en la sangre y la contaminación del aire durante los últimos 30 años, así como la ineficacia de las estrategias de salud pública, han creado una tormenta perfecta que ha alimentado el número de muertes por Covid-19 en el mundo. Esta es la conclusión de un estudio publicado este viernes en la revista médica «The Lancet» que analiza 286 causas de muerte, 369 enfermedades y lesiones y 87 factores de riesgo en 204 países y territorios. El «Estudio de la carga mundial de morbimortalidad», el más exhaustivo al respecto hasta el momento, revela cómo de bien preparada está la población mundial en términos de salud subyacente para el impacto de la pandemia del coronavirus y expone la verdadera magnitud del desafío respecto a la protección contra otras pandemias.

Los resultados del estudio también revelan que el aumento de la hipertensión, la hiperglucemia, el índice de masa corporal alto y la hipercolesterolemia, junto con el de muertes por enfermedades cardiovasculares en algunos países, «parecen indicar que el mundo podría estar acercándose a un punto de inflexión en el aumento de la esperanza de vida», y advierten que las medidas por parte de los gobiernos para la promoción de comportamientos más saludables y acceso a recursos de atención médica, no se están cumpliendo en todo el mundo. Según el profesor Christopher Murray, director del Instituto para la Métrica y Evaluación de la Salud de la Universidad de Washington, y autor principal de la investigación, «la mayoría de estos factores de riesgo son evitables y tratables, y abordarlos aportará enormes beneficios socioeconómicos. No estamos logrando cambiar los comportamientos poco saludables, en particular los relacionados con la calidad de la alimentación, el aporte calórico y la actividad física, en parte debido a la falta de atención normativa y de fondos para la investigación sobre el comportamiento y la salud pública».

Y es que de acuerdo con estudios previos, varios de los factores de riesgo y de las enfermedades no contagiosas que destaca el estudio, como la obesidad, la diabetes o las enfermedades cardiovasculares, están asociados a un riesgo mayor de enfermedad grave y muerte por Covid-19. Pero los autores destacan que las enfermedades no solo interactúan con factores biológicos, sino también con factores sociales. Por ello «es necesario adoptar medidas urgentes para abordar la sindemia de enfermedades crónicas, desigualdades sociales y el Covid-19» que acaban por exacerbar «la carga de morbimortalidad en poblaciones que ya están agobiadas, y que aumentan su vulnerabilidad».

«La naturaleza sindémica de la amenaza a la que nos enfrentamos exige que no solo tratemos cada aflicción, sino que también abordemos con urgencia las desigualdades sociales subyacentes que las conforman, es decir, la pobreza, la vivienda, la educación y la raza, que son factores determinantes de la salud», aseguró el doctor Richard Horton, jefe de redacción de la revista The Lancet. «El Covid-19 es una emergencia de salud crónica agudizada. Y la cronicidad de la crisis actual está siendo ignorada y nos pone en riesgo en el futuro», agregó Horton, quien detalló que «las enfermedades no contagiosas han desempeñado un papel fundamental en las más de un millón de muertes causadas por Covid-19 hasta la fecha, y continuarán influyendo en la salud de todos los países después de que la pandemia disminuya».

Aunque la esperanza de vida saludable a nivel mundial (el número de años que una persona puede esperar tener buena salud) ha aumentado de manera constante (más de 6,5 años) entre 1990 y 2019, no ha aumentado tanto como la esperanza de vida general en 198 de los 204 países evaluados, lo que indica que en general estamos viviendo más años con mala salud , aseguran los autores del estudio. «Los esfuerzos de salud mundial para abordar las enfermedades infecciosas y la atención prenatal han tenido éxito en la mejora de la salud de los niños menores de 10 años en las últimas décadas, con una reducción de la carga general de morbilidad de aproximadamente un 55%, pero esto no ha sido igualado por una respuesta similar en grupos de mayor edad», señala el estudio.

Asimismo, el efecto de los factores de riesgo tiene importantes variaciones de una región a otra. En gran parte de Latinoamérica, Asia y Europa, la hipertensión, la hiperglucemia, el IMC alto y el consumo de tabaco son factores clave que contribuyen a la mala salud, mientras que en Oceanía, son la desnutrición y la contaminación del aire los principales riesgos, y en el África subsahariana la desnutrición, la escasez de agua potable y las relaciones sexuales sin protección.

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